Hace 10 años, un 4 de julio, dejaba este mundo una de las líderes más importantes en la vida política de México: Doña Hilda Anderson Nevares.
Y como quizás su nombre no les dice nada a algunas políticas mexicanas de las nuevas generaciones, particularmente quienes no entienden aún que la historia no se escribe a partir de que llegan éstas a los escenarios actuales, me permito recordarles que los beneficios de los que hoy gozamos las mexicanas, ha sido producto de la lucha histórica emprendida por quienes enarbolaron causas y lograron conquistas, durante décadas, en diferentes sectores de la vida nacional. Y una de esas mujeres, líder extraordinaria, fue nuestra querida y bien recordada Hilda Anderson. ¿Pero quién era Hilda Anderson Nevares?
Doña Hilda, para quienes la conocimos, la ubicamos como una mujer excepcional. Nacida en Culiacán, Sinaloa el 10 de octubre de 1938. Sus estudios básicos los realizó en su tierra natal y se forjó en el trabajo desde muy jovencita. A los 18 años estudiaba y trabajaba como locutora en una radiodifusora local y a partir de ahí, se vinculó a la lucha obrera, estando siempre del lado de los más necesitados, en particular de las mujeres que eran tratadas de manera injusta en los centros de trabajo.
Y es ahí donde labora, donde Hilda se da a conocer como lo que era, una mujer de carácter fuerte pero muy justa en sus apreciaciones, habiendo impulsado una huelga para que reconocieran la contratación colectiva de muchos trabajadores, que tenían antigüedad, pero no adquirían derechos, por lo que incitó este movimiento, lográndose el contrato colectivo después de 18 días de huelga. Así se inicia Hilda en el seno del Sindicato Nacional de la Radio y Televisión (STIRT) de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organización que siempre representó el sector obrero del Partido Revolucionario Institucional, y en breve se convierte en la primera mujer líder de su Sindicato.
En la década de los 60 se va a radicar a la ciudad de México para realizar estudios en la Escuela Normal Superior y paralelamente toma cursos sobre producción radiofónica y posteriormente en la Academia Cinematográfica de México. Para la década de los 70 es becada por la Cía. De Ingenieros Asociados y por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos para estudiar técnicas de radio y televisión, relaciones laborales obrero-patronales y sindicalismo en la Saint John College. Para la década de los 80 se titula como Licenciada en Derecho.
Pero es en la década de los 70 que Hilda lucha significativamente para que las mujeres obreras obtuvieran el derecho a obtener el beneficio de las guarderías. Para ello retoma una propuesta de otra distinguida cetemista Gudelia Gómez, que había hecho ante el presidente Adolfo López Mateos que no había sido atendida, y con la firmeza de carácter que le caracterizaba y, viendo ésta lo que padecían las mujeres que trabajaban y que tenían hijos, con toda energía impulsa la propuesta que por cada 50 mujeres trabajadoras se pusiera una guardería, aspecto que los centros de trabajo vieron con reserva. Pero la lucha no cesó y como consecuencia de ello en 1972 se consignó este derecho en el art 110 de la Ley Federal del Trabajo. Sin embargo, aun estando previsto en la Ley general, fue hasta 1974 en el que el presidente Luis Echeverria Álvarez pone en marcha la primera guardería para hijos de las madres trabajadoras, siendo proporcionado el servicio por el IMSS. La iniciativa había fraguado.
El liderazgo de Hilda Anderson no podía pasar desapercibida para las dirigencias nacionales de la CTM y del PRI, por lo que, en tiempos de Don Jesús Reyes Heroles, hombre visionario que creía fielmente en la fortaleza de las mujeres y en los jóvenes, motiva a que se implementen formas auto directivas en ese partido que favorecieran la inclusión y se ampliara con ello la cobertura nacional. Ante esa circunstancia, las mujeres del sector obrero encabezada por Hilda, del campesino y popular, aprovechan la coyuntura con la motivación clara de lograr avanzar en nuevas formas de organización y probarse en sus habilidades directivas. (Lladó, Z., 2010)
Es así como en la VII Asamblea Nacional del PRI en 1972 se aprueba la creación del ANFER (Agrupación Femenil Revolucionaria) e Hilda Anderson Nevares se convierte en la dirigente nacional fundadora: “Esto se logra a partir de una ponencia que presenta una mujer de provincia, la Ingeniera Teresa Calderón quien plantea la idea de la creación de una organización autónoma para sustituir a la Secretaría de Acción Femenil, que hasta el momento había cumplido su ciclo” (Anderson, Hilda, 1990). Se formaliza su creación en agosto de 1973.
Y todos estos movimientos y espacios que la mujer iba ganando en los niveles de liderazgo en los partidos y en la sociedad, iban dejando frutos. Y uno de éstos fue el de 1974 cuando se promueve la reforma al Art. 4º constitucional que garantiza la igualdad jurídica entre hombres y mujeres mexicanos y que permitió ir avanzando de manera paulatina hacia la igualdad ansiada.
Así mismo, en 1975, Hilda participa-junto a otras distinguidas mexicanas- en su calidad de líder femenil obrera y del PRI en la Primera Conferencia Mundial de la Mujer que se celebró en nuestro país, coincidente con el Año Internacional de la Mujer y que reunió a lo mas destacado de las pioneras de la lucha de los derechos de las mujeres en el mundo. Ya para 1980, Anderson Nevares, llega a la Federación Obrera de Organizaciones femeniles de la CTM y desde esa posición representa a las obreras de México en diferentes congresos nacionales e internacionales. Igualmente, en 1984, se convierte en la primera Coordinadora del Programa de la Mujer, dependiente de la Comisión de Población de la Secretaría de Gobernación, siendo el primer precedente de lo que después sería en 1995 la Comisión Nacional de la Mujer de la SEGOB y posteriormente en el año 2000 el Instituto Nacional de la Mujer.
El nivel y calidad política de Hilda Anderson no tenia discusión. Por ello fue 5 veces diputada federal (legislaturas XLVI, XLVIII, LII, LIV, LVIII), una vez representante en la II Asamblea Legislativa del Distrito federal y Senadora de la República (L y LI).
Además de haber sido dirigente nacional del ANFER (1973-1980), dirigente nacional en el triunvirato del Consejo Para la Integración de la Mujer (1993-1999) y en el Organismo Nacional de Mujeres Priistas (colegiado 1999-2001), y nunca fue relevada de la Dirigencia de las mujeres obreras. Doña Hilda fue una maestra para muchas de nosotras cuando iniciábamos en la vida política, pues era una excelente consejera y sobre todo muy acertada en sus apreciaciones.
Recuerdo en 2006 cuando estaba haciendo la investigación para mi tesis doctoral, cuyo tema central era “las rupturas al interior de la organización femenil del PRI (desde la visión de la teoría de la elección racional)”, y habiendo obtenido para el efecto testimonios de valiosísimos exdirigentes nacionales del PRI y de su organización femenil, cuando tocó el turno de entrevistar a Hilda , la experiencia fue más que edificante, no solo por la riqueza de los datos, sino por la manera en que entusiasmaba a la que escribe, cada relato que expresaba. Con qué emoción lo decía, simplemente lo vivía. Y todo ello hizo que ese documento fuera muy especial para su servidora por lo mucho que llevaba en sí mismo.
Y cuando terminé mi tesis y recibí mi título, hice viaje especial para llevarle una de obsequio y en esa cita me dijo: “Zaida tienes en esta tesis un tesoro, haz por favor el libro”. Cosa que hice, estrenándose en diciembre de 2010 el libro: “La participación de las mujeres del PRI en la vida política de México: avances, rupturas y cuentas por saldar”, del que también le entregue un ejemplar y después de unos días me llamo por teléfono diciéndome: “Zaida te felicito, tu libro detalló exactamente la historia, de verdad me gustó mucho, especialmente los testimonios nuestros que vienen al final”. Cosa que viniendo de ella no fue un halago, fue un honor.
Seis meses después, me dieron una triste noticia, Hilda fallecía y con ella se iban muchos recuerdos y mucha historia. Pero me quedaba la satisfacción de que le di a ella y a otras líderes nacionales que están en el libro reflejadas y que ya partieron como: Hilda, Margarita García Flores, Sofía Valencia Abundis y que me distinguieron con su amistad, el gusto de escribir sus vivencias y las de las priistas, de las etapas buenas y también difíciles que habían vivido en el seno del mismo partido. Cosa de la que nunca se hablaba.
Por eso hoy quise escribir este modesto artículo para recordarla. Hilda Anderson Nevares, fue y seguirá siendo un personaje reconocido en la lucha de las reivindicaciones de las mujeres de México, por su calidad de política, como líder nacional, pero sobre todo como mujer de decisiones y convicciones muy firmes y, principalmente por su lealtad incuestionable en la lucha de causas de las mujeres mexicanas. Perfiles de hombres y mujeres preparados y fraguados en la lucha y de gran calidad ética en su actuar político, en el presente se extrañan, no sólo en el acontecer de la vida pública, sino en la sociedad mexicana en su conjunto. Ojalá y nunca se nos olviden esos ejemplos.
Gracias y hasta la próxima.