Rehabilita a Zepeta y Gómez Cazarín * Han ayudado a la transformación, dice * Zepeta, el opaco * Cazarín y los grupos delictivos * Seis años más de terror y represión a ciudadanos * La analfabeta política * Espionaje en el Congreso de Veracruz * Trastupijes de Amado y Samuel a espaldas de Nahle
MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO
Publicada en mussiocardenas.com
9 de noviembre de 2024
Una instantánea. Un click. Y Rocío Nahle se ve en su jugo. A su derecha, Esteban Ramírez Zepeta, y a su izquierda, Juan Javier Gómez Cazarín, los parásitos de Cuitláhuac García que no se quiere sacudir.
Y Nahle los ensalza, los reconoce, aprecia cada momento sublime, cada acción por el engrandecimiento de la Cuarta Transformación.
Ramírez Zepeta, amigo de correrías de Cuitláhuac García y chichifo mayor del sexenio, el de los amiguitos de vida disipada y cascos ligeros, de paso gris por la presidencia estatal de Morena en Veracruz, cuya chamba se la hicieron los programas sociales clientelares y los servidores de la nación de Manuel Huerta.
Gómez Cazarín, alias “El Carón”, un hamponazo de marca, que si ya le precedía un historial fétido, en el Congreso que lideró fue un mercenario con poder, el terror de los alcaldes de oposición y un hacedor de leyes amorfas y modificaciones constitucionales tan jodidas que la Suprema Corte de Justicia de la Nación no dudó en declarar fuera de norma y violatorias de la ley.
Pues en ellos, el sátrapa Zepeta y el sátrapa Cazarín, se monta Rocío Nahle para apuntalar a Morena, ponerlos de ejemplo, justo cuando el senador morenista Manuel Huerta les lanza un misil explosivo y justo, también, cuando la lideresa nacional del partido guinda, Luisa María Alcalde Luján, y el vástago preferido del Peje de Macuspana, Andrés Manuel López Beltrán, tocan tierras veracruzanas, en eso que llaman asambleas informativas con las que inicia la campaña del badulaque Andy hacia la Presidencia de México en 2030.
A la zacatecana ni le va ni le viene si sus peones tienen perfil de ineptos o de delincuentes. Lo que sea es bueno con tal de dejar sentado que los parásitos de Cuitláhuac García, el gobernador saliente, tienen un lugar reservado, uno a la izquierda y el otro a la derecha, en el reino del Señor… o de la Señora.
Manuel Huerta es como un hueso a medio pescuezo de Rocío Nahle. La hizo ver su suerte en la precampaña morenista por la candidatura al gobierno de Veracruz, la vapuleó en las encuestas, exhibiendo que la oriunda de Río Grande, Zacatecas, es una nulidad en política. Y ahora le lanza un dardo: no se vale la dualidad de ser empleados de Nahle y dirigentes de partido.
Y Nahle se ensarta. Pudo dejar pasar el golpe pero le entra. Graba su video y cuando debiera tener a su lado a Ricardo Ahued, futuro secretario de Gobierno, y a Raquel Bonilla, ya inminente senadora, suplente de Claudia Tello, vuelve sus ojos misericordiosos hacia la runfla que, se supone, se debía ir.
Tan perdida anda la química Nahle que tuvo que rehabilitar a la escoria del payaso Cuícaras, que ya reposaba en el basurero de la historia. A Zepeta ni lo fumaba y al “Carón” ya se lo había sacudido. Pero la falta de cuadros y de gente decente a su lado la orilló a reacomodarse con la banda de Cuitláhuac.
Políticamente analfabeta, Rocío Nahle ya se arrancó la careta: va a gobernar con los alfiles de Cuitláhuac García, la pandilla que implantó el terror en Veracruz.
Uno de ellos, Gómez Cazarín, usó al Congreso estatal como el motor de sus trapacerías, arrinconando alcaldes de oposición con amenazas –los perredistas así lo denunciaron–, facilitó negocios propios o de amigos, despojó a quien quiso.
Lo peor, fue el ariete de Cuitláhuac García para amedrentar a la sociedad. Defendió a capa y espada el delito de ultrajes a la autoridad y miles de ciudadanos, veracruzanos y arraigados, pasaron mínimo un año en prisión por imputaciones falsas, simplemente por alegar que la policía les violaba sus derechos, que los aprehendía sin causa justificada, por esgrimir que no podía ejercerse acción penal por estar bajo los efectos de un amparo emitido por un juez federal.
Gómez Cazarín fue el perro fiel de esa piltrafa de gobernador que López Obrador y Rocío Nahle le impusieron a Veracruz. Fue el cómplice del estado de terror que el desequilibrado Cuitláhuac García implantó en la entidad.
Usó al Congreso como paradero familiar. Metió a todo el clan en la nómina y uno de ellos, Juan Pablo “N”, fue aprehendido en el panteón de San Andrés Tuxtla por portación de arma de fuego.
Hay una multiplicidad de señalamientos, narcomantas, mensajes estridentes. Y uno que es dinamita pura: la aprehensión de Juan Carlos Rodríguez Nieves, cercanísimo a Juan Gómez Martínez, “El Yona”, padre de Gómez Cazarín y alcalde de Hueyapan de Ocampo. Rodríguez Nieves era el encargado del manejo de las redes sociales del ayuntamiento.
La Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz lo capturó, el 26 de diciembre de 2022, junto con tres presuntos delincuentes. Reportaron el hallazgo de armas, droga, mensajes con amenazas suscritos por un grupo delincuencial y uniformes de policía apócrifos.
Ya antes habían circulado en las redes sociales otras imputaciones de grupos delictivos con los que presuntamente tenían relación Juan Javier Gómez Cazarín y familiares.
Todo un negro historial y Rocío Nahle, en una genialidad, lo vuelve a tener a su lado.
La historia de Ramírez Zepeta es opaca y gris. No ata ni desata. Apenas con calzador lo pudo insertar Cuitláhuac García en la presidencia estatal de Morena, luego que el antecesor, Gonzalo Vicencio, se aferró al cargo y amagó con llevarlos a tribunales si era destituido. Pero al final se fue.
Ramírez Zepeta es un cero a la izquierda. No crea estructuras. No forma cuadros. No opera electoralmente. Deja todo a la marca, a que Morena se venda solo y cobre con votos las migajas que le arrojan a los integrantes de la secta, vía programas sociales.
Eso sí, se da buena vida. Y con él la gozan sus chichifos, amigos queridos de pésima fama pública, de escándalos y excesos.
Aturdida por el macanazo que le asestó el senador Manuel Huerta cuando dijo que no se puede ser empleado y dirigente de Morena, y que hay quien también quisiera ser “reina del Carnaval” –¿será la diputada Dorheny García Cayetano, Ramírez Zepeta o Gómez Cazarín–, Rocío buscó a su querida escoria y los rehabilitó.
No hay, pues, deslinde con Cuitlahuac. Nahle seguirá en la ruta de la destrucción de Veracruz. Mantendrá el pacto de complicidad. Continuará el saqueo, la manipulación de cifras, el endeudamiento, el agravio a los inocentes, el encarcelamiento de veracruzanos, la represión en toda su expresión.
Los narcos están de plácemes; los secuestradores también. El Grupo Sombra, que al inicio del sexenio de Cuitláhuac García tenía presencia en dos municipios, hoy se expande a 52 y crecerá más. También ellos construyen el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Nahle jala a los fieles a Cuitláhuac porque con ellos va a gobernar. A la izquierda Ramírez Zepeta; a la derecha Gómez Cazarín. De ellos es el reino de la impunidad.
Y que terminen de destruir a Veracruz.
METADATO
Espionaje al estilo Watergate en el Congreso de Veracruz. Cámaras, micrófonos, GPS en las oficinas de diputados y en sitios estratégicos. Arranca la nueva Legislatura y ya se respira el miedo. El miedo de los que se fueron –Juan Javier Gómez Cazarín por delante– y las palabras de los que acaban de llegar, los comentarios en voz baja, los encuentros y reuniones fuera del recinto oficial para no ser vistos y escuchados. Lo peor es que son los fieles a Cuitláhuac García, sedicente gobernador, quienes espían, y son los fieles a Rocío Nahle, gobernadora electa, los espiados. Los espías de Gómez Cazarín husmeando en todo lo que hace el equipo de Esteban Bautista Hernández, nuevo presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso y líder de la bancada de Morena, el más leal a la futura gobernadora. ¿Será que Norma Rocío Nahle García podrá meter orden o ya valió?… Con la venia de Amado Cruz, su amigo entrañable, Samuel Ordaz, sigue haciendo de las suyas. No sólo es el dinero que le llega mediante triangulaciones; es el control de regidores, el manejo de directores de área y un jugoso negocio en el que está implicado el equipo cercano al alcalde de Coatzacoalcos. Así que el que saboteó a Rocío Nahle García en la precampaña de Morena, el facilitador de los eventos de Sergio Gutiérrez Luna, enemigo acérrimo de la ya inminente gobernadora de Veracruz, es literalmente el alcalde bis de Coatzacoalcos. La palabra de Nahle le vale un auténtico rábano a Amado Cruz Malpica. Ordenó que cesara a Samuel Ordaz de la Secretaría del ayuntamiento y Amado lo hizo, pero por debajo de la mesa Samuel sigue mandando. Tiene más poder que Rocío Nahle en Coatzacoalcos. Hasta que a Nahle se le suba lo Nahle y eche a andar la maquinaria del Órgano de Fiscalización Superior…
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