“No es vergonzoso cambiar de opinión:
es vergonzoso cambiar de opinión por interés.” – Víctor Hugo.
Y se les vino la noche en el Poder Judicial, ahora sí todos sus integrantes quieren dialogar, proponer, ser escuchados, cuando por décadas ellos hicieron de oídos sordos los gritos desesperados de una sociedad que jamás se manifestó a favor del grueso de la población.
Jamás y nunca los ministros expresaron opinión alguna sobre las crisis de seguridad, las matanzas o las desapariciones de personas, jamás con sus sentencias emitieron comentario alguno que los sensibilizará con los millones de víctimas.
Hoy desesperados pretenden inmolarse en la plaza pública para intentar desacreditar la intención de profundizar en la reforma.
Innegable que las condiciones laborales de ministros y magistrados distan mucho del grueso de la población, instalados en la isla de la opulencia, en donde la comodidad lo era todo, la casta intocable se gastaba un presupuesto de 90 millones de pesos en la compra de lentes y anteojos para los togados, como si los casi 800 mil pesos mensuales que reciben no fueran suficientes para ellos adquirir sus propios anteojos.
Vamos a costa del pueblo todo, a costa de los funcionarios de la corte nada. Vámonos en términos poéticos estamos a todo rechingar.
Mientras tanto, la discusión en el Senado comienza a escalar con el nerviosismo de la oposición que sabe que será rebasada por la izquierda sin mayor problema.
Pocos los que reconocen la urgente necesidad de ir a fondo en el tema, mientras la sociedad les reprocha la posibilidad de pandearse y sucumbir a los cañonazos del oficialismo.
Pero como buena tragedia griega, esta historia no podría estar completa sin Héctor o Aquiles que le ponga sazón a la misma.
Si la caída de Troya obedeció al intento de salvamento de Helena, porque en esta tragicomedia mexicana no tendríamos también su parte novelesca.
Así uno de los 46 senadores que habrán de servir de dique de contención para evitar el paso de la reforma judicial, es el protagonista principal de esta tragedia a la jarocha.
Así el senador Miguel Ángel Yunes Marques el único del que se duda si votará a favor de sus compañeros y bancada está metido en la tragedia.
Expulsado del seno familiar por su esposa la actual alcaldesa de Veracruz, Patricia Lobeira Rodríguez, la que ofendida por su abandono y huida a los Estados Unidos la dejó en estado de indefensión.
Al amparo de su suerte y con altísimas probabilidades de ser procesada por los posibles faltantes a la cuenta pública, Patricia Lobeira habría sido literalmente engañada y colocada cual carne de cañón a capricho del propio senador panista.
Y es que ella debió ser la que entrará al quite cuando el Tribunal Electoral de Veracruz le canceló toda posibilidad de contender por falsificar su residencia.
Razón por la que tiene abiertas carpetas de investigación e inclusive una ficha roja de la Interpol.
El drama escaló a puntos de verdadero culebrón sudamericano, cuando la responsable de la separación fuera la suegra del mismo alcalde, quien le advirtió a su hija de los gravísimos riesgos en los que el querido Jr. la había colocado.
Pero lo que terminó por romperle la figura, fue su huida, la urgencia de su escape y el valerle una pizca y dos con sal a la suerte de su consorte.
Así que caras vemos, cariños no sabemos. Por eso quizá es que se le vino la noche al poder judicial, por la aparente huida de un jovenzuelo, que, al no querer hacerse responsable de sus actos, hoy tiene de rodillas a uno de los tres poderes constituidos.
Dígame usted si esto no tiene tintes de tragicomedia griega.
Al tiempo.
astrolabiopoliticomx@gmail.com
“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx