Hay verdades que nos abruman. Frente a ellas se siente desamparo. Profundizan la soledad individual. Se acrecienta la soledad colectiva. Nos hacen sentir ciudadanos inválidos, que ven y sienten que nuestros lazos de solidaridad social son insuficientes para solucionar los problemas cotidianos. Bajo su peso crece la impotencia colectiva.
Constatamos la aparición de gobiernos autoritarios. Es un mapa que incluye a Europa, Medio Oriente, China, Estados Unidos, América Latina. Para David Rieff vivimos bajo <<una tormenta autoritaria…De Trump a la catástrofe mexicana, a Maduro, a Milei, a Bukele…Incluso Europa con la victoria de Orban en Hungría o Fico en Eslovaquia… (Letras Libres, abril, 2025, pp.7).
Para Isabel Turrent este tipo de gobierno ha sido calificado como <<dictaduras posmodernas, oligarquías extractivas o autocracias cleptócratas…(aunque)La definición más precisa la dio hace más de un siglo Max Weber, quien los llamó “regímenes patrimonialistas”>> (Letras Libres, Ibid. Pp.11) nominaciones que se suman al de regímenes proto fascistas o democracias iliberales que son los más mencionados.
La denominación resulta lo menos importante. Lo más importante es encontrar el problema de fondo que ha hecho surgir estos gobiernos. Son regímenes que ha puesto en entredicho la eficacia y la eficiencia de los gobiernos basados en la democracia liberal.
Ha sido el Estado liberal el que ha fallado al no saber como resolver los <<problemas inmediatos de la gente, de la globalización, de la economía, de la migración, del cambio radical de la política de género. Y lo interesante es que los jóvenes, al menos en muchos países, se identifican con la derecha dura o con la izquierda dura>> (David Rieff, op.cit.).
Hay verdades que nos abruman. Que causan desconsuelo. En México, es la ignorancia de las actuales élites gobernantes que actúan sin conocer precisamente las causas que provocaron el malestar de los votantes. Sin embargo, les vendieron la idea de que sí sabían corregir los efectos de esos males: la concentración de ganancias en una pequeña porción de empresarios, la exclusión de millones de personas de los beneficios de las riquezas producidas, la corrupción gubernamental y la ideología neoliberal, según sus propias palabras.
Estas élites guindas, en cambio, han mostrado con claridad sus ambiciones de dominio. También su enorme audacia y la inquebrantable fuerza y destrezas para derribar los obstáculos que las separaban del ejercicio de todo el poder político. Después de siete años de gobernar sin contrapesos, se puede hacer un balance de sus destrucciones institucionales. En cambio, no es posible encontrar un posible inventario de buenos resultados.
La sociedad mundial ya define sus perfiles. Se harán más claros en los próximos años. Las sociedades dominantes serán aquellas que respetan el Estado de derecho. Contarán con grandes contingentes de élites altamente educadas y con enormes masas de ciudadanos formados profesionalmente con estudios superiores de muy alta calidad técnica, científica y humanística, además de saludables.
Estas sociedades serán capaces de hacer frente a las gigantescas demandas de competencia, competitividad y productividad entre naciones y entre empresas. Su dinámica social estará guiada en gran medida por la innovación permanente y los cambios constantes. Las sociedades organizadas en múltiples redes contarán con un Estado formado con cuadros técnicos altamente educados y políticos calificados.
Un Estado con capacidad política para liderar y armonizar y resolver las contradicciones derivadas del proceso de modernización de mujeres y hombres; del proceso de producción de bienes y servicios, de prosperidad social e individual; y del proceso de gobernanza que, en el llamado mundo occidental, se había decantado por la democratización de sus formas de gobierno y de su convivencia política ciudadana.
El núcleo del problema está en que muchos gobiernos no han sabido conducir la conformación de una nueva sociedad, impulsada por la ciencia y la tecnología. Los seres humanos transitan de una ciencia capaz de manipular los átomos a una ciencia capaz de manipular el ADN.
La Inteligencia Artificial y la Biología Sintética, y la unión entre éstas, nos colocan frente a una revolución radical. Sus profundos efectos serán similares a los cambios que vivieron quienes formaron parte de la primera Revolución Industrial.
Son estos cambios a escala mundial los que han provocado los trastornos que sufren las democracias. Frente a estos cambios, los excluidos han gritado sus temores y sus protestas. Y algunos de los actuales gobernantes, por ignorancia o ceguera han reaccionado como si la culpa del crecimiento de los excluidos y de los milmillonarios fueran exclusivamente las ideas e ideales liberales. Olvidan, o no quieren aceptar, que durante los últimos treinta años los niveles de pobreza en el mundo han disminuido drásticamente, como nunca en la historia de la humanidad.
Estamos obligados también a reconocer y aceptar la crítica de que, durante estos años, el modelo de capitalismo generó molestias culturales y enfermedades, tanto en las clases medias sometidas a rendimientos muy altos de productividad y competitividad y, en otros millones de personas, los efectos de la pauperización e inclusive la plena marginación del aparato productivo. Y, por si fuera poco, en todos apareció la humillante sombra de la cancelación de un futuro promisorio para sus hijos.
En México, frente a estos grandes cambios, la sociedad optó por ceder el poder a una élite populista y nacionalista y autoritaria, que ha concentrado todo el poder en un caudillo. Durante siete años esa concentración de poder ha sido utilizada para romper las posibles salidas de la crisis y proponer exactamente los caminos contrarios a la conformación de una sociedad mexicana que pueda permanecer y competir contra las sociedades del conocimiento, de las tecno facturas, que sea competitiva, competente, productiva y en constante renovación.
China ha demostrado que un gobierno autoritario puede construir una sociedad altamente competitiva. Pero en China sus ciudadanos respetan su Estado de derecho. También respetan los postulados del derecho internacional. Modernizaron a millones y millones de trabajadores en las universidades extranjeras. Y ahora producen seres humanos con altos niveles de conocimientos.
¿Qué ha hecho Morena? Construir las bases del inminente fracaso de su modelo de desarrollo. Atacar los centros más prestigiados en generación de conocimientos y formación de altas cualidades intelectuales (UNAM, CIDE, Conacyt, universidades privadas) e impulsar remedos de universidades que formarán cuadros adoctrinados, pero inútiles frente a la nueva revolución mundial. Destruyó el Estado de derecho, primero con acciones ilegales desde la Presidencia, alentó la corrupción como el mejor cemento para unir a las clases políticas y les ofreció impunidad. Además, destrozó el sistema de salud.
Pero más grave aún es su destrucción del Poder Judicial, con una simulación de elección y colocación de sus incondicionales en los puestos más altos de dicho Poder. Y si a esta barbarie le sumamos sus alianzas con los poderes fácticos pre y antimodernos, pre y antidemocráticos como los sindicatos de petroleros y los del sector educativo, y sus más escandalosas relaciones con integrantes de los grupos del crimen organizado tenemos el cuadro completo de las aberraciones que hundirán a México en el más profundo subdesarrollo.
Sus ignorancias e ineptitudes ya tocan las puertas de las finanzas públicas y la conducción del crecimiento económico. No sólo abruman, sino causan pena ajena las líneas discursivas desde la Presidencia y las secretarías de Estado. A la mediocridad se unen declaraciones que rayan en la estulticia. Aunque todo esto poco les importa. Tienen demasiado poder para siquiera dudar de la protección legal que tendrán al cometer tantas inmundicias, tantos errores, tantas mediocridades. En estas líneas de acción, a nivel local, se inscribe la situación actual de la Universidad Veracruzana. Sí, esta realidad nos abruma. Y desconsuela.
francisco.montfort@gmail.com