Aun no repuesto por la derrota del 6 de junio, el dirigente del PRD en Veracruz, Sergio Cadena Martínez, está convencido que rumbo al 2024, el único camino que tiene la democracia es por la vía de la coalición partidista.
“Eso sí, repone con energía, los partidos políticos y sus dirigencias deben de dejar a un lado intereses ajenos al bien supremo y pensar en México”.
Entonces, ¿Es posible la alternancia?
“Es posible, a nivel nacional ya dimos resultados y vimos que sí se puede sobre todo luego de darnos cuenta por qué y por dónde nos pegaron”.
En entrevista con el reportero apunta que la elección del 6 de junio fue ruda “e infortunadamente hasta el final, a la vista de los resultados electorales, constatamos que fue una elección de estado la que nos despacharon”.
El muy echado para adelante, dirigente del partido del Sol Azteca, mira al futuro, sin olvidar el pasado.
Evoca las elecciones intermedias tan llenas de matices, tan plagadas de anomalías, tan sujetas al aplastante poder del estado y su brazo fuerte la Secretaría de Seguridad Pública, Fuerza Civil y la Guardia Nacional… “todos en nuestra contra”.
Luego el papel del Organismo Público Electoral, el OPLE, y sus consejeros “Fue justamente en este punto de decisión política donde esa institución perdió toda la credibilidad”.
Ese 6 de junio la opinión pública, la ciudadanía en su conjunto y particularmente los votantes nos dimos cuenta cómo, desde la apertura de las casillas, se inhibió del voto, cómo se ejerció presión sobre la oposición y se dejó sentir la presencia de las fuerzas responsables de la seguridad pública.
“La compra del voto, el traslado a las casillas de familias completas con especial interés en la tercera edad y los Siervos de la Nación en abierta operación en veda y no veda electoral, fueron parte de la estrategia para que Morena alcanzara una victoria de cuya borrachera aun no despiertan”.
Hasta aquí la charla con Sergio Cadena.
A lo dicho por el dirigente del Partido de la Revolución Democrática habría, sin embargo, que añadir lo que la opinión pública supo previo a la fraudulenta jornada comicial del seis de junio.
La compra del voto -que ha trascendido superó los cuatro mil millones de pesos- corrió a cargo de los operadores electorales cuyo sufragio lo llegaron a pagar hasta en 3 mil pesos por elector en plazas que le resultaban clave y que no podían perder tanto en el sur como en el centro y norte del estado.
Hoy queda claro que dicha operación electoral se fraguó desde el escritorio del “Bola 8” y no desde las oficinas del presidente de los Diputados, Juan Javier Gómez Cazarín, quien se la pasaba recorriendo pueblos y ciudades tomándose fotografías con presuntos simpatizantes.
En los hechos fue una operación fina en la que el propio López Obrador participó y palomeó luego de sus visitas intempestivas a Veracruz, una en lo particular en donde en el disfraz oficial vino a arreglar un problema de tierras que impedían la terminación de la autopista a Poza Rica.
Los recursos; la presión y amenazas de la Secretaría de Gobierno a los alcaldes; el retiro de la policía municipal en plazas clave; la detención e incluso muerte de candidatos y las advertencias de auditorías de ORFIS a munícipes.
Orfis fue la institución que deslizó previamente la información de alcaldes irregulares en el manejo presupuestal.
… Y a coser y cantar.
No hubo necesidad de que los candidatos de Morena hicieran campaña ¿Para qué exponerlos, sobre todo a los desacreditados o impresentables? ¿Para qué gastar en propaganda? ¿Para qué presentar a los electores un plan o programa de trabajo en caso de ser electos si el tamal estaba amarrado?
OPLE, una vergüenza.
Ese fue todo un tema. Hubo boletas electorales para tirar para arriba, un exceso.
Para el 6 de junio, hubo municipios que la oposición prácticamente tenía en la bolsa, pero inexplicablemente, o más bien muy explicablemente, a la hora del conteo hubo más votos que el registro en el padrón con la complicidad del OPLE y contubernio de consejeros e incluso representantes de partidos políticos comprados.
De ahí que incluso el número de votantes muertos creció de manera exponencial.
Y es que el histórico electoral jamás registró una participación en urnas tan desmesurada. Ni en el 2018, en el marco del fenómeno Peje, se dio tal participación ficticia.
La violencia.
Veracruz, según informe de “Etellekt” fue la entidad con mayor violencia política. Los homicidios a candidatos fueron el 18% del total registrado en el país.
Entre los hechos de inseguridad en contra de los actores políticos se pueden contabilizar 45 desde asesinatos y ataques armados, hasta secuestros de familiares e intimidaciones.
En ese marco se suceden, como elemento adicional, las traiciones de localizados aliancistas que en apariencia jugaban contra Morena, pero que en los hechos terminaron con posiciones edilicias representando a quienes presuntamente combatían.
Así se gestó la compra de conciencias.
Fue una elección histórica que Morena buscará repetir en el 2024, ahora llevando como candidata para la sucesión gubernamental a Roció Nahle.
¡Ay, nanita!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo