“Cuando el odio se acobarda, sale a la calle enmascarado y se hace llamar justicia”. (Arthur Schnitzler).
¿Cuánto dura un instante?, pregunta poco frecuente que nos planteamos, inmersos en la cotidianidad avasalladora que nos arroja a sobrevivir sin pensarlo siquiera, porque antes está, para muchos, la búsqueda del pan de todos los días, si se tiene suerte, y nos olvidamos de los instantes, quizás sólo nos detenemos a reflexionar cuando nos aplasta la desgracia sufrida por algún ser querido. Sin contar, aunque deberíamos hacerlo, las desdichas provocadas por la violencia que se acrecienta en México, para ya no referirnos al mundo entero. Para qué más si con nosotros mismo tenemos, incluso aquí en Veracruz, donde la calma reina y los crímenes, asaltos, secuestros y demás están bajo control. Con lo del asesinato de la alcaldesa de Jamapa –no es el primero ni el único; ojalá no se incrementen-, sabemos de antemano que las autoridades correspondientes –¿competentes?- esclarecerán los hechos, harán justicia y llegarán hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga. ¿O no? Porque es fácil echarse la bolita y darle tiempo al tiempo, más tiempo del debido, aunque no sepamos cuánto dura un instante.
En la novela Como polvo en el viento, de Leonardo Padura, hay una pregunta recurrente a lo largo de la historia: “¿Qué nos ha pasado?”. En una de sus páginas dice: “Por eso Horacio se iba hacia el malecón, miraba y miraba el mar y siempre, siempre se preguntaba: ¿qué nos ha pasado? Miraba más hacia el mar y luego observaba a su alrededor y veía cómo la ciudad se quebraba, se oscurecía, se degradaba. Contemplaba de nuevo el mar y apenas encontraba un vacío tenebroso, lo dominaba un desánimo cósmico (del griego kosmos; universo concebido como un todo ordenado, por oposición al caos)”.
Cierto, ¿qué nos está pasando? Al final, ¿qué será de México? Y todo está pasando frente a nuestras narices. ¿Crónica de un caos anunciado? No sé quién me comentó que estamos pronto a resbalar en un abismo, lo que me hizo recordar las palabras del detective Mario Conde, en la serie “Cuatro estaciones en La Habana”, basada en novelas de Leonardo Padura (Neflix, la recomiendo): “Tanto nadar para morir en la orilla”.
El caso es que, desde tiempos inmemoriales, vivimos o sobrevivimos los unos contra los otros, peleándonos vaya usted por qué tantos motivos. Como la película La guerra del fuego, del director Jean-Jacques Annaud, que no es más que la guerra por el poder y el sometimiento y a chingar porque atrás te vienen chingando. Además de otras reliquias humanas, como el odio. Ay, nanita.
José Luís Peixoto, en su colaboración “Estar bien”, escribió que frente a la intolerancia hay que apelar al entendimiento, y mencionó que “quienes disienten de nosotros, decidieron dedicar su vida a combatir aquello que consideramos verdadero. Ese punto de vista nos cuesta porque al final estimamos su opinión. Tienen importancia para nosotros. Admitirlo no es una señal de nuestra debilidad, sino de nuestra fuerza. ¿Tenemos que odiar a aquellos con quienes discrepamos? Claro que no, únicamente tenemos que odiar al odio”. Ahí está lo cabrón, porque muchos aman el odio. Por eso estamos como estamos.
El detective Mario Conde, en la serie “Cuatro estaciones en la Habana” ya mencionada, expresó: “El odio no es biodegradable”. Ahí ‘ta. Quien entendió, entendió. Yo me quedo con la canción “Ódiame”, de Julio Jaramillo, interpretada por Víctor Iturbe “El Pirulí”. Va una parte:
“Si tú me odias quedaré yo convencido
De que me amaste mujer con insistencia
Pero ten presente de acuerdo a la experiencia
Que tan sólo se odia lo querido.”
Los días y los temas
Cuando me entregan trípticos o cuadernillos de cualquier tema, lo que hago es tirarlo al cesto de la basura. Y según sé, muchos hacemos lo mismo. Tons, ¿para qué el gasto en esas impresiones que dizque están distribuyendo los gobiernos federal y estatal, que exhortan a no ser un tragón, a cuidar la salud, contrarrestar la obesidad, sobrepeso, hipertensión?
El gobernador informó que se distribuirá el manual “Vida Saludable para Todos”. Ta güeno. Pero ni para la canasta básica alcanza. Y Amlo anunció que ya inició la campaña de información nutricional, la cual se apoyará con la distribución casa por casa de 30 millones de ejemplares de una historieta titulada “¿Qué te estás tragando?”, dibujada por Rafael Barajas “El Fisgón”. Ah, cabrón. Habrá que leerla, porque traerá monigotes y chance hasta nos haga reír, como “La familia Burrón”.
¿Y cuántas mentiras nos tragamos al año o sexenalmente?
De cinismo y anexas
Con eso del Buen Fin, que es de dos semanas, les comparto lo siguiente, de la novela El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder: “De Sócrates se cuenta que una vez se quedó parado delante de un puesto donde había un montón de artículos expuestos. Al final exclamó: “¡Cuántas cosas que no me hacen falta!”.
Ahí se ven.