Todos sabemos que la economía mexicana está muy ligada al mercado común de América del Norte, como lo destaca el Banco Santander, que con cifras del Banco Mundial, nos dice que el PIB de México ya está indefectiblemente ligado en un 78.2%, a las actividades económicas relacionadas al tratado comercial T-MEC (USMCA en inglés), entre México, Estados Unidos de América y Canadá, aunque con no pocas asimetrías, ya que por ejemplo y según Google, las Pymes de nuestro país permanecen rezagadas con relación a sus dos socios comerciales, ya que por ejemplo para México, en materia digital solo el 30% del total del país cuentan con estos recursos tecnológicos, a diferencia del 100% de los socios mencionados.
Dentro de este contexto, en estos días se promueven diversos candidatos a diferentes puestos de elección popular, que como ya es costumbre hacen propuestas para tratar de resolver una gran cantidad de problemáticas, para lo que plantean gestionar mayores incrementos de los recursos presupuestarios; no obstante, los problemas añejos de escasez del agua, basura, seguridad pública, salud, educación, alumbrado, cuidado del medio ambiente, infraestructura municipal, servicios de vivienda y muchos otros, siguen ahí y no parecen que vayan a solucionarse pronto, pues pareciera que para muchos de los candidatos es más simple abordar temas políticos y concentrándose más bien, en atacar y denostar a sus adversarios políticos.
En este entramado y desde la perspectiva económica, conviene observar que la balanza comercial de nuestro país en 2019 fue superavitaria, aunque históricamente haya tenido una tendencia negativa; de esta manera, en 2019 las exportaciones de bienes y servicios llegaron a 490,700 millones de dólares estadounidenses, mientras que las importaciones llegaron a 503,400 millones de dólares, significando un superávit de 5,400 millones de dólares, principalmente debido al incremento de las exportaciones, principalmente de la industria automotriz y de autopartes, como al incremento provocado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Se espera que, a partir del presente año se continúe con estas tendencias al alza.
Sin embargo, la información de las transacciones del comercio exterior de México, parece distante de los candidatos que exigen mayores presupuestos, para poder otorgar más dádivas o subsidios a la población, pero no apoyos productivos. Este formato de campaña no debiera ser necesario, precisamente porque la suma de las importaciones más las exportaciones, ya en 2019 fueron equivalentes a un trillón de dólares en números redondos, considerando la nomenclatura anglosajona. Sería muy saludable que se le diera más atención al sector externo de México, considerándolo como principal motor de nuestro desarrollo, como ya sucedió con los países desarrollados.
Por otra parte y también desde la perspectiva económica, para poder incrementar los niveles de vida de un país como el nuestro, se sugieren no solo mayores recursos presupuestales, también considerar las diversas teorías del crecimiento que nos señalan que se tienen que lograr principalmente, mayores estándares de productividad y competitividad en los procesos productivos, lo que ya sucede con los procesos ligados al T-MEC, que impulsa niveles similares a los de la mayoría de los países desarrollados, además de que nuestro país tendrá que trascender sus propios obstáculos, que también tuvieron que superar países como China, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Alemania, Rusia, etc.
De esta manera, no solo se trata de hacer crecer la economía asignándole mayores niveles a los presupuestos, si no desarrollando y promoviendo mayores niveles de inversión que permitan la creación de millones de empleos mejor remunerados, utilizando energías renovables, impulsando la innovación tecnológica y el cuidado del medio ambiente, procurando siempre una mejor distribución del ingreso para los mexicanos. No empleos subsidiados. De esta suerte, se deben aprovechar las cadenas de valor que se seguirán ampliando dentro del tratado comercial T-MEC, con tecnologías de punta y energías limpias, reduciendo costos y aumentando la productividad y competitividad, dentro del bloque norteamericano formado por Canadá, Estados Unidos de América y México.
Como ya pareciera normal en tiempos de elecciones, las propuestas económicas al ser sustituidas por reclamos y señalamientos, en lugar de contarse con estrategias de inversión para mejorar el bienestar colectivo, solo promueven mayores apoyos a la población por la vía de los subsidios al consumo de las familias, de ahí que las gestiones se caractericen por proponer mayores incrementos presupuestales, aunque sin ninguna visión estratégica de desarrollo a largo plazo. En síntesis, la política económica debiera tender a lograr más con menos recursos, en el corto, mediano y largo plazos; por esta razón, pertenecer al T-MEC ofrece muchas ventajas para nuestro país que no se deben desaprovechar.
El futuro de México, aunque se vea muy cuesta arriba, no deja de ser muy promisorio, entre otras razones porque la operación del T-MEC va ayudar a conciliar una política energética hasta hoy inflexible, encausando prácticas económicas de mercado dentro del mismo tratado comercial, que habrán de obligar a las partes a que subsistan y se promuevan las inversiones privadas, todo dentro de un ambiente con mejores niveles de competitividad y productividad, que marcarán el rumbo de un nuevo país.
Comentarios: linopereaf@yahoo.com (*) Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.