Por Ángel Álvaro Peña
El mundo ha visto con prudencia la imprudencia verbal de Trump. Parecería que escuchan a alguien que no sabe lo que dice. La verdad es que sólo la oposición mexicana toma en serio las bravuconadas del presidente electo de Estados Unidos y trata de colocarlo como un contrincante más de Claudia Sheinbaum, ante la imposibilidad de ser ellos quienes enfrenten a la Presidenta de México.
La oposición está huérfana de líderes y de fuerza social, debe asentar su existencia en los medios y qué mejor oportunidad que aprovechando las declaraciones de Trump que realizó para llamar la atención sobre su toma de posesión el 20 de enero.
Después de agredir verbalmente a varios países, ahora su próximo secretario de Estado, Marco Rubio, quien pareciera sería el más radical del gabinete, se convierte en el mediador entre el lenguaje violento contra México de Trump y el gobierno de nuestro país.
Mientras no tome posesión Donald Trump como presidente del vecino país del norte, sus declaraciones provienen de un simple militante radical del Partido Republicano, porque no se trata de próximas obras o de proyectos que beneficien a su población, es una actitud beligerante que sólo agrede, amenaza a otros. Tal vez en esa forma de coraje sea con la que se identifica la derecha mexicana y quiere volverlo su aliado, incluso su líder en contra de la 4T.
Luego de las declaraciones del republicano sobre el rechazo a migrantes, el alza de aranceles a los productos mexicanos, la intención de cambiarle de nombre al Golfo de México, ahora, a unos días de la toma de posesión, su secretario de Estado, de origen cubano y criado en las turbulencias de Miami, fue el encargado de mediar entre las temerarias declaraciones de Trump y la realidad.
La sensatez volvió al gobierno de Estados Unidos, el jefe del departamento de Estado, consideró que había muchas alternativas para la cooperación contra la delincuencia organizada, como se ha hecho hasta ahora y que la intervención militar en busca de criminales en territorio mexicano era solo una de muchas opciones, siempre y cuando estuviera de acuerdo el gobierno de nuestro país.
Lo cual sólo desenmascara la intención de vendepatrias de una oposición sin ideas ni líderes. La Presidenta de México no deja de advertir esta desagradable posición que consideró como traidores a aquellos que promueven la intervención extranjera en México, porque tienen mucha desesperación, “les da mucho enojo que el próximo secretario de Estado diga que vamos a tener colaboración con México, con respeto a la soberanía”.
Ante este golpe de timón de la próxima administración señaló Claudia Sheinbaum: “Le tomamos la palabra”.
Marco Rubio, en todo tranquilo, despojado de la efusividad que le caracteriza cada vez que habla con gente que no comparte sus ideas se pronunció sobre la importancia de que haya mayor colaboración con el gobierno de México para enfrentar a los cárteles de las drogas. Además, ratificó su postura de que sólo mediante un diálogo de alto nivel entre ambos gobiernos se pueden alcanzar objetivos en materia de seguridad, de migración y de narcotráfico.
Al referirse Sheinbaun Pardo a la comparecencia que tuvo Rubio dijo que esto permitiría una mayor colaboración para evitar el tráfico de armas a México y evitar el trasiego de fentanilo a Estados Unidos a fin de diseñar acciones concretas para enfrentar la crisis de consumo de fentanilo en ese país.
Considerar que hay división dentro del equipo del próximo presidente del vecino país sería un desacierto, tampoco podemos hablar de arrepentimiento. Hablamos de espectáculo, de un show que preparó Trump para que los medios de todo el mundo asistan a la toma de posesión y aunque no es tradicional el que haya invitados de otros países a la investidura, marcó su línea política convocando personajes tan oscuros como Edmundo González, candidato perdedor en las elecciones de Venezuela, también están convocados los mexicanos Carlos Slim, y Francisco Fernández, desde luego su patrocinador y titiritero Elon Musk.
El ensayo general de Trump sólo sirvió para mostrar a una oposición mexicana sin brújula ni destino. Que se fue con finta de una política agresiva y sólo encontró la vacuidad de una función de circo.
Se recordó que en la historia de la relación entre ambos países sólo ocurrió una vez cuando Adolfo López Mateos asistió a la toma de posesión de John F. Kennedy, pero hasta la fecha no sabemos si fue en su calidad de Presidente de los mexicanos o como el agente de la CIA que era en ese momento.
Ante esta situación puede afirmarse que la salud del T-MEC es buena y no está a punto de morir como pronosticaban los opositores a quienes no les importa que le vaya mal a México con tal de tener un papel protagónico en la política y rescatar sus privilegios.
Sin que pudiera surgir como sorpresa la actitud de Marco Rubio, la cual algunos reporteros mexicanos ingenuos todavía el jueves daban como contenido de sus preguntas a la Presidenta en la conferencia mañanera, debemos ver que hay armonía entre Trump y Rubio. No hay enfrentamiento, nunca lo habrá. Lo que hay es un buscapiés que sirvió para definir amigos de enemigos, algunos peligrosos otros no tanto. También salieron de su madriguera aliados inesperados, así como contrincantes nuevos para la política de un Trump que ve la política como el desarrollo de una serie de televisión.
PEGA Y CORRE.- A pesar de los malos pronósticos de algunos sobre el desastre de la economía mexicana, el Banco Mundial, que no es precisamente un aliado del gobierno mexicano pronostica un crecimiento del 1.5 al 1.6 para el presente año. Lo cual podría superarse con disciplina y la ayuda de todos los mexicanos, incluyendo la oposición… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
