“Una coincidencia de Estado: Sheinbaum y Nahle en la ruta del nuevo Poder Judicial”

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Por: Luis Ramírez Baqueiro

“El éxito es ese viejo trío: habilidad, oportunidad y valentía”. – . Charles Luckman.

En política no existen las casualidades, y menos cuando se trata del rediseño de un poder tan sensible como el Judicial. Lo ocurrido en las últimas semanas en el ámbito nacional y en Veracruz confirma que la presidenta Claudia Sheinbaum y la gobernadora Rocío Nahle no solo comparten militancia y proyecto político, sino también una visión de Estado sobre el papel de la justicia en la vida pública del país. La coincidencia de sus actuares en la determinación y conducción del nuevo Poder Judicial, tanto en el plano federal como en el local, es un mensaje claro: se trata de construir instituciones con autonomía, pero bajo un sello inequívoco de la Cuarta Transformación.

El viernes 4 de julio de 2025, los tres Poderes del Estado de Veracruz designaron formalmente a las cinco personas que integrarán el Órgano de Administración Judicial del Poder Judicial estatal, que entrará en funciones el 1 de septiembre.

Este órgano, producto de la reforma judicial, asumirá la administración interna del Poder Judicial, el control de la carrera judicial y la gestión de la estructura jurisdiccional. Entre sus integrantes destacan: Alma Rosa Flores Ceballos (Poder Legislativo), María del Socorro Hernández Cadena (Poder Ejecutivo), y por el Poder Judicial, Antonio Sobrevilla Castillo, Diana Adived Cruz Villegas y Víctor Priego López.

El paso no fue menor: durante la sesión extraordinaria del Congreso local se aprobaron las renuncias de tres magistraturas, requisito indispensable para que este nuevo organismo colegiado pudiera nacer con legitimidad y sin ataduras al pasado. La jugada legislativa y política de Rocío Nahle fue limpia y firme, y con ello mandó el mensaje de que su gobierno tiene el control de la coyuntura, pero también la madurez para impulsar la autonomía de un poder históricamente maniatado.

Unas semanas después, el 21 de agosto, desde la tribuna nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum adelantó que Néstor Vargas —quien fuera su consejero Jurídico cuando gobernó la Ciudad de México— será el representante del Poder Ejecutivo en el nuevo Órgano de Administración Judicial del Poder Judicial de la Federación. Con esa sola designación, Sheinbaum no solo reforzó la idea de austeridad y eficiencia en la justicia, sino que dejó ver que su visión del Poder Judicial no es distinta a la de Nahle en Veracruz.

En ambos casos, las mandatarias ejercieron la facultad de nombrar representantes identificados con su proyecto político, sin invadir la autonomía de los órganos judiciales, pero sí asegurando que los principios de la Cuarta Transformación impregnen la operación administrativa de la justicia. Se trata, en suma, de incrustar personajes de confianza que garanticen continuidad de visión sin caer en la tentación del control absoluto.

 

El nuevo equilibrio de poderes

La reforma judicial eliminó al Consejo de la Judicatura Federal y lo sustituyó por el Órgano de Administración Judicial, además de crear el Tribunal de Disciplina Judicial. En Veracruz, el modelo se replicó de manera simétrica, consolidando un rediseño institucional que busca romper inercias, reordenar recursos y someter al Poder Judicial a criterios de transparencia y austeridad.

Lejos de significar un sometimiento del Poder Judicial al Ejecutivo, este esquema apunta hacia un nuevo equilibrio: órganos administrativos independientes que, aunque designados en parte por los otros poderes, mantienen una autonomía técnica y de gestión. La clave está en la confianza depositada en quienes los integran. Y aquí es donde la estrategia de Sheinbaum y Nahle coincide: colocar a mujeres y hombres afines a sus proyectos, conocedores de la visión transformadora, capaces de garantizar que las instituciones caminen en la ruta trazada por el nuevo régimen.

 

La ganancia política para Nahle

Para Rocío Nahle, la conformación del Órgano de Administración Judicial es un triunfo político en varios frentes. Primero, porque logró alinear al Congreso local y al propio Poder Judicial para que aceptaran la creación de un organismo que les resta atribuciones a los viejos grupos enquistados. Segundo, porque lo hizo en un clima de negociación y sin rupturas mayores, lo que habla de su capacidad de construir consensos.

Pero, sobre todo, porque su actuación coincide y se valida con la de la presidenta de la República. El hecho de que Sheinbaum designe a Néstor Vargas como representante federal al mismo tipo de órgano a nivel nacional, refuerza la idea de que Nahle no actúa en solitario, sino en plena sintonía con la jefa del Estado mexicano.

Ese acompañamiento político fortalece a la gobernadora frente a sectores que todavía cuestionan la legitimidad de las reformas judiciales. Si el modelo funciona en Veracruz, Nahle podrá presumir que fue pionera en aterrizar la visión de Sheinbaum y que supo conducir a su estado por la ruta de la modernización institucional.

 

La señal a los opositores

En política, los gestos pesan tanto como las reformas. El gesto de Claudia Sheinbaum hacia Rocío Nahle es inequívoco: Veracruz no está solo en este proceso, sino que cuenta con el respaldo de la Federación. El mensaje a los opositores es claro: quienes intenten deslegitimar la reforma judicial en Veracruz deberán enfrentarse no solo a la gobernadora, sino al aval político de la presidenta.

Se trata, además, de una jugada estratégica frente a quienes siempre han usado al Poder Judicial como bastión de resistencia contra los cambios de la 4T. El nuevo diseño institucional no deja lugar para cacicazgos ni privilegios heredados, y la presencia de perfiles cercanos a las mandatarias en los órganos administrativos garantiza que las reglas de austeridad y transparencia no se diluyan en la burocracia.

 

Lo que está en juego

A partir del 1 de septiembre, el nuevo Órgano de Administración Judicial de Veracruz tendrá la misión de demostrar que la reforma no es solo cosmética. Su capacidad de administrar recursos, regular la carrera judicial y garantizar imparcialidad será puesta a prueba desde el primer día.

En paralelo, el órgano federal con la representación de Néstor Vargas tendrá que demostrar que la justicia puede ser eficiente, transparente y austera sin perder independencia. Si ambos modelos funcionan, Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle habrán dado un golpe político de gran calado: habrán mostrado que la Cuarta Transformación no solo se aplica en el Ejecutivo y el Legislativo, sino también en el último reducto que quedaba intocado, el Poder Judicial.

La apuesta es arriesgada: si los órganos fracasan, la narrativa de la transformación judicial podría convertirse en un boomerang contra los gobiernos de la 4T. Pero si prosperan, la legitimidad de Sheinbaum y Nahle se consolidará con una fuerza difícil de disputar.

 

Coincidencia que se convierte en alianza

La coincidencia entre presidenta y gobernadora trasciende lo administrativo. Es, en realidad, la confirmación de una alianza política y de una visión compartida sobre lo que debe ser el Estado mexicano. La justicia no puede seguir siendo coto de poder ni refugio de intereses corporativos. Necesita transformarse en un servicio público con reglas claras, austeridad y autonomía real.

Sheinbaum y Nahle parecen haberlo entendido a la perfección. Por eso sus decisiones en materia judicial no son aisladas, sino complementarias. Mientras la presidenta coloca a un excolaborador de confianza en el órgano federal, la gobernadora hace lo propio en Veracruz, con perfiles identificados con su proyecto y con la transformación nacional.

Ambas apuestan por lo mismo: un Poder Judicial que deje de ser rehén de las élites y que, sin perder autonomía, se alinee a los principios de la 4T. En otras palabras, un Poder Judicial independiente de los intereses fácticos, pero no ajeno al proyecto político que hoy gobierna el país.

 

Epílogo

En la historia política mexicana, pocas veces se había visto una sincronía tan clara entre la Federación y un estado en torno al rediseño del Poder Judicial. Lo que hoy protagonizan Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle no es solo la construcción de un nuevo órgano administrativo, sino el intento más serio de transformar la justicia desde sus entrañas.

Si el modelo prospera, no solo Veracruz ganará. Ganará la presidenta, ganará la 4T y ganará la narrativa de que la transformación también toca al Poder Judicial. Pero, sobre todo, ganará la idea de que en México aún es posible construir instituciones autónomas, eficientes y modernas, con sello propio y con liderazgo político firme.

En esa ruta, la coincidencia de Sheinbaum y Nahle deja de ser coincidencia y se convierte en alianza. Una alianza que redefine el equilibrio de poderes y que proyecta a Veracruz como laboratorio de la nueva justicia mexicana.

 

Al tiempo.

 

astrolabiopoliticomx@gmail.com

“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx

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