Una cosa es ser austero y otra miserable

’19/04/2024’
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En enero de este año, un grupo de periodistas y columnistas veracruzanos se reunieron con el líder estatal del PRI, Marlon Ramírez Marín, en una comida que sirvió para brindar por el Año Nuevo. En esa reunión Marlon comentó algo sobre un virus que había surgido en Asia, particularmente en China, y amenazaba con expandirse por el mundo.

Pero su comentario pasó casi inadvertido. Lo que los periodistas deseaban saber era su opinión sobre el futuro de su partido en las elecciones del 2021 y el futuro económico y político de Veracruz que pintaba muy mal.

Para finales del mes el coronavirus ya había superado las fronteras chinas y generaba problemas en Medio Oriente. En Europa, España e Italia comenzaban a sufrir sus estragos, pero en México seguía la fiesta y lo más importante en la agenda era la rifa del avión presidencial. Muy por encima de la falta de medicamentos para los niños con cáncer; en contraste con el nieto de López Obrador que nació en una clínica particular de Houston.

En Veracruz no pasaba nada aunque la víspera, el 18 de noviembre, el gobierno estatal recibió un calambrazo. No por el coronavirus sino por unas cuentas que no cuadraban.

Al analizar el Primer Informe de Cuitláhuac García, Marlon Ramírez encontró inconsistencias por miles de millones de pesos. “De acuerdo al informe trimestral del gasto público, en inversión pública se expone una cifra de 5 mil 700.5 millones de pesos. Pero sólo se han contratado mil 38.4 millones de pesos. Es decir, no se han gastado 4 mil 670.1 millones de pesos. Eso no significa un ahorro; significa dinero que ha dejado de circular en Veracruz”.

Subrayó que esa cifra no la había inventado, sino que la obtuvo de documentos oficiales y de información generada por el propio Gobierno del Estado.

Cuitláhuac tardó casi dos meses en contestar y cuando lo hizo dijo se iba a ejercer el 99.3 por ciento de los recursos asignados a la entidad que estaban pendientes al cierre de 2019, por lo que el subejercicio equivaldría al 0.7 por ciento. “Es decir, casi cero por ciento”.

Pero Marlon le reviró y lo desmintió en varias ocasiones. Tras arrastrar el lápiz y cotejar bien los datos, el dirigente tricolor aseguró que el subejercicio es de 3 mil 284 millones de pesos y está pidiendo a la Federación que le sean devueltos a Veracruz, pero Cuitláhuac García ya no ha respondido.

En paralelo y ante la inoperancia del gobierno estatal para hacer frente a la inminente llegada del coronavirus, el PRI comenzó sus propios alertamientos a la población basados en datos de la Organización Mundial de la Salud.

La dirigencia donó en distintas partes del estado medicamentos y consultas básicas, mientras se instalaba el famoso INSABI y regresaba a la normalidad el sector Salud. Pero es la hora en que nadie sabe nada del INSABI y la normalidad está lejos de regresar no sólo al sector Salud donde están hechos camote, sino a la entidad.

El coronavirus está pegando con furia a una sociedad veracruzana indefensa y cuyas autoridades ya fueron rebasadas. Igual que el alcoholismo, el Covid-19 agarra parejo y no respeta condición social, edad o religión. Tan es así que ya le pegó al secretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros, al que por cierto Marlon deseó pronta recuperación en un mensaje que subió a sus redes sociales.

Esos más de 3 mil millones de pesos de subejercicio deben regresar a Veracruz para salvar cientos o miles de vidas, porque además de hacer falta en los hospitales los necesita la población, pero Cuitláhuac hace como que la Virgen le habla.

En marzo, Ramírez Marín dijo que ese dinero se podría invertir en surtir a las clínicas con equipo y herramientas que protejan la vida de quienes están en la primera línea de combate contra la pandemia.

Servirían además para realizar convenios con laboratorios para que se realicen las pruebas del Covid-19 y subsidiar a personas de escasos recursos que deseen hacerse ese examen. Los Centros de Salud podrían adquirir esas pruebas para tener la certeza del número de veracruzanos afectados, con el fin de que se habiliten espacios físicos para su atención médica.

También servirían para implementar un programa emergente de empleo temporal para los más necesitados. Otro programa emergente de obras para los empresarios y uno para apoyar a campesinos y ganaderos con una inyección de capital que evite un posible desabasto de productos.

En síntesis, ese dinero ayudaría a que la popularidad de Cuitláhuac suba al menos a media tabla y no siga ahogándose en los últimos lugares.

Bien invertidos como lo propone el dirigente tricolor, esos 3 mil 284 millones de pesos servirían para que Morena no tenga problemas en las elecciones del 2021 y el gobernador se gane el respeto de la ciudadanía.

Pero en Palacio de Gobierno piensan diferente. Estamos en austeridad -dicen- cuando no es austeridad lo que practican.

Y esto es importante dejarlo en claro: a la hora de invertir en los veracruzanos el gobierno de Cuitláhuac no se está yendo por lo austero, sino que se está viendo bastante miserable.

bernardogup@hotmail.com

 

 

 

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