A ver, aclarando amanece. La legisladora Indira de Jesús Rosales San Román no es senadora del PAN, tampoco es senadora por Veracruz; es la empleada que tienen los Yunes Linares-Márquez en la Cámara Alta. Es decir, sirve a sus patrones, no a los intereses de su partido y mucho menos a los intereses de los veracruzanos.
Indira no da un paso sin el aval de los Yunes de ahí que la firma que estampó en el bodrio llamado Carta de Madrid, teniendo como testigos de honor al ultraderechista, xenofóbico y racista Santiago Abascal y a Julen Rementería, debió contar con el beneplácito de los señores de El Estero. Aunque si se fue por la libre de todos modos la perjudicada es ella.
¿Su firma en la carta afectó al PAN? No hombre, para nada. La señora es una legisladora del montón y no pieza fundamental en el engranaje de ese partido. Eso sí, después del 2 de septiembre quedó estigmatizada.
Pero lo que no le queda es que tras el escándalo que se armó se llame sorprendida y engañada.
Dijo que asistió a una reunión de su Grupo Parlamentario, pero que el senador Julen Rementería no les informó quiénes serían las personas que estarían presentes.
Si no sabía debió informarse. Y si ya estando en la reunión se dio cuenta de qué iba la cosa ¿para qué firmó? Si no sabía ¿por qué accedió a salir en la foto de sus compañeros de partido con Santiago Abascal? ¿Acaso no conocía al fulano? ¿No sabe la famita que se carga el presidente de VOX? ¿Es de las que firma documentos sin asomarse a su contenido?
Si es así qué mal anda la señora.
“De ninguna forma estoy de acuerdo con los principios de VOX, tengo muy claro que siempre lucharé a favor de la democracia, a favor de las libertades…Repito, no tengo ninguna alianza con VOX. Desafortunadamente no fuimos informados…” indicó.
Más se justifica más se hunde la pobre mujer, pero allá ella. Lo que molesta es que piense que los veracruzanos son unos idiotas que se tragarán sin más la píldora que les está dando.
Lo cierto es que se quemó para todos los días de su vida. Esa firma la seguirá donde vaya igual que si llevara la marca de un hierro en la frente.
Y de Julen ni qué decir. Tiene el resto de su vida para arrepentirse de un desliz que le costó la candidatura del PAN a la gubernatura de Veracruz y cimbró hasta sus cimientos a su partido.
Parafraseando a Raymundo Riva Palacio, Julen es una pierna gangrenada que tiene que cortarse y entre más tarde el PAN en hacerlo, más se pudrirá el partido. “Lo que provocó su coordinador no desaparecerá con los días. Su torpeza fue política, cultural e histórica. Un siglo les cayó súbitamente encima”, escribió el periodista.
Por el bien del PAN Julen debe irse no sólo del senado sino del partido. Donde se pare provocará que la gente arrugue la nariz porque lo verá como un cadáver político.
Las consecuencias de su barrabasada no se hicieron esperar en Veracruz. Este domingo Miguel Ángel Yunes movió a su gente y le dieron un calambrazo al presidente del PAN, Joaquín Guzmán Avilés, al realizar un Consejo Estatal para convocar a una elección interna y renovar a la dirigencia.
Agarrado fuera de base Guzmán Avilés desconoció al Consejo Estatal y dijo que no tiene validez, lo cual es cierto. Pero la maquinaria para bajarlo de la dirigencia ya se echó a andar y lo van a bajar.
Joaquín contaba con el apoyo de Julen que hasta antes de su jueves negro era una pieza fundamental y de peso en el organigrama del PAN nacional, pero ahora vale menos que un cacahuate.
¿Qué sucederá en los próximos meses? Si Julen sigue en el senado debilitará a su partido. Yunes Linares no descansará hasta echar a Joaquín Guzmán del PAN y poner quizá otra vez a Pepe Mancha. Además buscará imponer a su hijo Miguel Ángel como candidato de la alianza a la gubernatura. E Indira seguirá sirviéndole desde el Congreso.
Pero ahí no para todo, la firma de Julen (la de Indira sólo la afectará a ella) no solo cimbró sino que partió en dos al PAN nacional. Y el regreso de los Yunes puede provocar una desbandada en el PAN estatal. El futuro del blanquiazul se ve negro.
Caray, la de broncas que puede acarrear una firma garabateada en el papel equivocado.
El PRI voltea a ver a los jóvenes
Casi desde que el PRI se formó como partido, los jóvenes se han quejado de la falta de oportunidades y del paternalismo de sus dirigentes. Cuando Porfirio Muñoz Ledo fue presidente del PRI nacional un joven le espetó: “Nos agarran para pintar bardas, para repartir propaganda, en pocas palabras, nos agarran de sus sirvientes y ni las gracias nos dan”.
Porfirio soltó un rollo de media hora hablando de lo valioso que eran los jóvenes para el partido. Y todo quedó en eso.
Pero los tiempos cambian.
Desde que llegó a la dirigencia estatal del tricolor en mayo del 2019, Marlon Ramírez Marín se ha acercado a los jóvenes y éstos han logrado al fin, el reconocimiento que buscaban. Alrededor del 50 por ciento de los comités municipales del PRI tienen en su presidencia y secretaría general a jóvenes. De igual forma, muchos participaron como candidatos en la pasada contienda electoral.
En reunión celebrada el sábado anterior en la Sala de Presidentes del PRI, Marlon les dijo que la capacidad, lealtad y trabajo de todos ellos fortalecen al partido, y destacó que el PRI seguirá trabajando en la renovación de sus cuadros juveniles y continuará fortaleciéndose con talento joven con miras a la elección del 2024.
“En este contexto, esta dirigencia les exige a ustedes como nuestro relevo generacional, que honren al partido en su actuación como funcionarios públicos y líderes políticos. Sean críticos con fundamento, debatan con datos duros, denuncien con pruebas y sumen sus esfuerzos a todos los partidos e incluso a los gobiernos, cuando lo que propongan sea de beneficio para los veracruzanos. Pero nunca se queden callados, porque su honestidad y trabajo los avala, sigan preparándose y sean funcionarios públicos eficaces, cercanos a la gente y responsables de sus actos”.
Bien por los vientos que soplan para los jóvenes del PRI, al menos en Veracruz.