Estados Unidos está en el marco de un gran proceso electoral, de los resultados en el país vecino dependerá gran parte de nuestra economía, la seguridad nacional y temas sumamente delicados como la migración. En medio de este proceso nuestro país vive sus propias crisis: Una constante lucha de poder en el norte y el clamor de ayuda por parte de las personas que viven en el sur, esperando que por fin se tomen nuevas medidas de apoyo para migrantes que vayan más allá de cerrar las fronteras.
Desgraciadamente el problema de ignorar al sur no es sólo de México, conforme escalamos las distancias pareciera que siempre el sur lleva las de perder, preferimos ver solo al norte con la esperanza de alcanzar la prosperidad y nos olvidamos de lo que dejamos atrás pese a encontrar ahí todos los recursos naturales, la mano de obra y gran parte de la clave del desarrollo y prosperidad que se ha brindado al norte.
El fenómeno del sur no es algo nuevo, pasa a nivel global y es al norte donde encontramos las naciones de mayor desarrollo, quizás tenga explicaciones históricas, geográficas y hasta meteorológicas, pero también hay fuertes causas sociales y climatológicas que en nuestro presente nos obligan a cuestionar ¿qué está pasando y qué podemos hacer?
De manera global no podemos ignorar los fuertes cambios climáticos en uno de los pulmones del mundo, la zona del Amazonas, donde además de ser indispensable la atención para conservar el territorio también es fundamental voltear a ver a las comunidades indígenas, respetar sus derechos y escucharles, para una verdadera transformación y preservación del entorno.
Así como en la COP16 fue evidente el trato que tienen por lo general las comunidades indígenas y lo importante que es escucharles para entender la realidad, lo mismo sucede en México y otras partes del mundo, donde pareciera que los derechos se respetan según el rango de poder y la conveniencia de las instituciones, pues al menos en nuestro país Chiapas lleva décadas suplicando atención, bajo distintos movimientos ha pedido ayuda en temas como seguridad y migración, el respeto a sus territorios y aunque el estado esté sumido en casos de corrupción y abusos de autoridad poco se habla de ello.
No es casualidad que fuese en este Estado donde asesinaron al sacerdote jesuita y defensor de derechos, Marcelo Pérez. Tampoco lo es que el gobernador aún en turno sea de los hombres en la mira por su creciente enriquecimiento, mientras el gobernador electo solo haya pedido el esclarecimiento de los hechos a un gobierno que no ha podido hacer frente a una creciente ola de violencia generada por el narcotráfico.
En la frontera tanto de Guatemala como Chiapas, es evidente que el control de las carreteras está a mano de grupos armados, pero en el resto del país sabemos que la situación es complicada, sin embargo, seguimos aparentando que no, aunque ello implique de nueva cuenta una bomba de tiempo, pues el hartazgo comienza a pesar, tanto como la indignación de quienes claman por la paz y a cambio reciben balas.
Mientras tanto en el norte también desborda la violencia, en un creciente conflicto entre bandos que se disputan constantemente el poder y esta ola en ambos polos del país no es responsabilidad exclusiva del gobierno, es de todo el sistema que incluye a nuestras instituciones, que como bien diría el ganador del premio Nobel de Economía Daron Acemoglu, México tiene infinidad de recursos, pero para prosperar requiere de equilibrio en sus instituciones, entendiendo a estas últimas como toda norma, regla o espacio que estructure las interacciones humanas.
De acuerdo al economista, para prosperar es fundamental un equilibrio de poderes, protección a los derechos humanos, participación política, acceso a oportunidades y una competencia sana dentro del libre mercado. La pregunta para los países en desarrollo es si lo anterior nos lleva a la prosperidad o más bien se alcanza sólo en naciones prósperas, pues mientras tanto México tiene una deuda histórica con el sur y mientras no exista ese equilibrio en nuestro propio territorio, difícil será hacerlo como balanza ante otras naciones. Seguirá pesando la dominación del norte.