Por ser la sede de al menos once cárteles delincuenciales que tienen el control del fentanillo y demás opioides en el corredor del Golfo de México hasta Tamaulipas y la frontera, ser la ventana marítima natural para una eventual invasión y representar, después de Sinaloa, el Bajío y Michoacán, el más importante golpe de Trump al crimen organizado, es que Veracruz está en riesgo.
Reconocido está que Veracruz es la más importante escuela de reclutamiento de menores de edad de las hordas criminales, corredor de armas y drogas y que en los últimos seis años Cuitláhuac García, por instrucciones de AMLO, permitió el auge del CJNG.
Por ello para Estados Unidos nuestra tierra es prioridad.
Por más que Sheimbaum ha querido imponer distractores y envolvernos en torno a que los Carteles no son terroristas, la Casa Blanca ya dispuso que lo son, que representan una amenaza para su país y que en aras del resguardo de sus fronteras deben ser combatidos sin importar si invaden nuestro territorio.
Vaya ¿No quiere el mismo Trump anexar a México a la Unión Americana?
Ante ese temor es que el gobierno federal y, por supuesto, los estatales o cooperan o cuello.
Pende sobre México una soga que en cualquier momento habrá de ahorcarnos.
Acaso por ello para el gobierno de la república ha incluido a Veracruz entre las siete regiones prioritarias por atender en materia criminal.
Por todos sabido, y más para el Sistema Nacional de Seguridad Pública, que al menos la tercera parte de los 212 municipios están bajo control de los carteles delincuenciales vía secuestros, huachicol, delitos de alto impacto, cobro de piso, impuestos y control de alimentos y trasiego.
Ello amén de la complicidad manifiesta de los ediles con la criminalidad.
Es en ese estado de emergencia que el gobierno federal busca consolidar las bases de coordinación y distribución de competencias, en materia de seguridad pública, entre la Federación, los Estados y municipios.
Es además exigencia de los gringos que ven reflejada su inseguridad y migración en sus fronteras.
De ahí la disposición de México.
De ahí la cooperación inmediata del gobierno entrante desplazando 10 mil guardias nacionales a las fronteras de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
De ahí el calificativo de Estados Unidos de que México es un narcoestado, Veracruz incluido.
Lejana queda esa puerta que abrió hacia inicios de siglo cuando el gobierno de Fidel Herrera dio paso a los legendarios “Zetas”, hoy virtualmente desaparecidos.
Para la historia, aun cuando sobreviven, La Familia Michoacán, los de Sinaloa, el “Grupo Sombra”, la célula “35-Z”, los Zetas “Vieja Escuela” y hasta el Cartel de Chachalacas y el Cartel del Golfo.
Veracruz, situado al este de México con 701.82 kilómetros cuadrados de superficie territorial, rodeado por siete entidades y extensas aguas azules y profundas pertenecientes al Golfo de México, es una de las regiones más disputadas por el crimen organizado.
Vienen tiempos de aguda efervescencia en donde más nos vale estar unidos ante los embates fuereños.
Veracruz a lo largo de su historia ha sido importante paso para las invasiones. Ha sido agraviado en la misma proporción que defendido de manera heroica por nuestros connacionales y hoy no se trata de ponerse del lado criminal con un falso patrioterismo, pero sí velar y atajar el abuso autoritario ante eventuales acciones imperiales.
Acaso llegó el momento de en poner orden la casa, luego deslindarse de las organizaciones criminales, dar cabida al paisanaje jarocho procedente de Estados Unidos, no con albergues, sino con trabajo, y estar al tanto de las decisiones del loco racista del norte.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo