Veracruz llegó, de nuevo, a un punto de quiebre

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El viernes 3 de junio de 2016, hace 8 años, publiqué la columna que ahora reproduzco. Faltaban 2 días para ir a votar por un nuevo gobernador. La titulé: “Veracruz llegó a un punto de quiebre”.

 

Veracruz terminaba el sexenio de Javier Duarte en medio de una gran crisis económica y con un gobierno marcado por el sello de la corrupción.

 

Duarte no había terminado su periodo legal, había huído al extranjero y concluía como gobernador interino Flavino Ríos Alvarado.

 

Era urgente no solo el cambio de gobernador sino de rumbo y con una nueva propuesta partidista. Era insostenible ya la continuidad del PRI. El hartazgo de los veracruzanos era general y no quería saber nada del PRI, cuya derrota se veía venir.

 

Se inscribieron entonces, para participar: Armando Méndez de la Luz, por MC; Héctor Yunes Landa, por el PRI; Miguel Ángel Yunes Linares, por el PAN; Cuitláhuac García Jiménez, por Morena, y Juan Bueno Torio, independiente. Ganó Yunes Linares. (Hoy apoyan a Pepe: Héctor Yunes Landa, Miguel Ángel Yunes Linares y Juan Bueno Torio).

 

Hoy, a solo unas horas de acudir a las urnas, las circunstancias y el escenario son muy parecidos: hay acusaciones formales y mediáticas contra el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez por presuntos actos de abuso de poder, tráfico de influencias, empresas fantasma (por las que Duarte está en la cárcel), en general, por actos de corrupción.

 

Peor todavía, el partido en el poder, Morena, postuló a una zacatecana exfuncionaria federal como candidata a gobernadora, contra la que existen por lo menos 38 denuncias formales por presuntos actos de corrupción, presunto lavado de dinero, abuso de poder y tráfico de influencias, entre otras.

 

En ambos casos se han presentado pruebas, que por lo menos merecen una investigación, aunque priva la impunidad. En apenas 8 años, de nuevo hay hartazgo entre la mayoría de la población y, según lo que percibo, la alternancia, como ya ocurrió en 2016 y en 2018, se ve venir. Por eso hablé y hablo de un punto de quiebre. Transcribo aquella columna:

 

 

“Veracruz llegó a un punto de quiebre”

 

Por donde se le quiera ver, en Veracruz ya llegamos a un punto de quiebre en el terreno político, del que todos los veracruzanos debemos felicitarnos.

 

Los días que vivimos son el mejor testimonio de que quedaron atrás la sumisión de muchos o la aceptación conformista de casi todos ante la imposición que vino haciendo el régimen priista, en el caso de Veracruz, de quién sería el nuevo gobernador.

Sea cual sea el resultado del domingo, las cosas no volverán a ser iguales, nunca más, pues la sociedad veracruzana da muestras de mayoría de edad y por lo tanto de sacudirse la tutela coercitiva que se le impuso por muchos años.

El punto de quiebre es histórico y debemos no sólo estar preparados para el rompimiento con el pasado y para la nueva etapa que se avecina, sino para estar a la altura.

En el año 2000, al inicio del nuevo siglo, México, el país, tuvo la gran oportunidad histórica de cambiar para bien  y para siempre, cortando las amarras con el pasado, pero triste y lamentablemente el panismo no estuvo a la altura de las circunstancias.

Vicente Fox nos despertó grandes esperanzas pero todo lo echó por la borda. No supo cómo acabar con la armazón del viejo régimen priista y menos como rehacer a las instituciones del país y al país mismo y, peor, cayó en los mismos vicios del rancio priismo que combatió, e incluso en muchos casos resultó peor.

Él mismo con su colaboradora, primero, su esposa, después, y sus hijastros, los hijos de ella, no tardaron en engolosinarse con las mieles del poder y dieron brillo y esplendor a la corrupción y a la impunidad, a la presidencia imperial, que dijera Enrique Krauze. El continuismo, pues, aunque con otras siglas y otro color.

Sin la presidencia de la república, esto es, sin el poder central, los priistas juraron y perjuraron que habían aprendido la lección y que no volverían a cometer los errores del pasado ni  a regresar a los vicios y al abuso del poder que los caracterizó.

Dieciséis años después, para pesar nuestro, a Veracruz lo ponen como el gran ejemplo en el país de que fueron falsos esos juramentos y que errores, vicios y abusos del poder siguen siendo el toque de distinción del priismo en el poder hecho gobierno.

Pero el veracruzano no solo da muestras de cansancio de más de lo mismo, sino que ya llegó al hartazgo, al colmo, está hasta la coronilla del priismo abusivo, de la corrupción y de la impunidad, y todo indica que está dispuesto a darle la espalda y a apostarle al cambio sin importarle las consecuencias, pues que más mal le puede ir después de todo lo mal que le ha ido.

Lo competido de la contienda para elegir gobernador es alentador porque muestra que, por fin, el veracruzano conformista, el apático para ir a las urnas, ha dejado el marasmo que lo envolvió por muchos años y está dispuesto a imponer su voluntad y a no permitir que decidan por él ni que le impongan.

Por eso el empate entre los tres principales candidatos, si usáramos una vieja fórmula del pasado, diríamos que representan a la izquierda, al centro y a la derecha, un abanico plural, aunque el pragmatismo, la conveniencia y los intereses desdibujaron desde hace mucho tiempo las fronteras entre esas tres tendencias ideológicas y hoy no queda más que una mescolanza que se amolda a los intereses y conveniencias de cada quien.

En el caso del priismo, seguramente los días que vive su candidato –por lo inteligente que es cabría esperar que se está dando cuenta del rechazo hacia su partido y todo lo que representa– harán que si gana el domingo encabece él mismo no solo un cambio sino una verdadera revolución pacífica, que recupere el tiempo perdido y coloque de nuevo a Veracruz en el camino que lo devuelva al esplendor que lo caracterizó en el siglo pasado, pero también a la vanguardia democrática que los nuevos tiempos están reclamando a gritos.

Si Héctor Yunes Landa gana, esperemos que tenga los tamaños de un estadista como presume ser por la experiencia que dice tener, que sea justo pero que no claudique ante la responsabilidad de aplicar la ley, trátese de quien se trate, como tampoco ante la tentación de hacer del suyo un gobierno de amigos, compadres y compinches, para lo cual solo le basta verse en el espejo que tiene ahora en el Palacio de Gobierno.

Muchos veracruzanos le están apostando al candidato de la derecha-izquierda (Yunes Linares jugaba por el PAN-PRD), para quien aplican el viejo dicho “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, o “más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”, porque creen firmemente que aplicará la ley, pondrá orden y llevará ante los tribunales a los responsables del desfalco del erario público.

Viejo conocido de veracruzanos adultos mayores, ya fue cuasi gobernador en el siglo pasado cuando desde la Secretaria de Gobierno ejerció poderes hasta metaconstitucionales, pero muchos parecen estar dispuestos a olvidar su pasado o a perdonárselo y a darle una nueva oportunidad con tal de que castigue a quienes endeudaron el estado sin justificación y los obligue a resarcir el daño que causaron al tesoro público o, en palabras comunes, que devuelvan lo que se robaron.

De antemano, sea cual sea el resultado del domingo, él ya se apuntó una contundente victoria: se ganó la confianza de miles y miles que lo siguen y que le creen más a él que al Gobierno, pues salió indemne de la guerra sucia, de la campaña de lodo que desataron en su contra desde la esfera oficial. Al Gobierno ya lo derrotó. Habrá que ver si también vence al candidato oficial.

Pero si al elector, si al ciudadano, si al veracruzano le faltaban opciones, esta vez tiene una tercera baraja con la que puede jugar, fresca, novedosa, esperanzadora para muchos que quieren un cambio radical aunque los tenga en la incertidumbre de qué puede resultar.

Esta vez surgió una tercera opción que atrae porque si bien no tiene mucha experiencia ni trayectoria política, por lo mismo no carga con los negativos que tiene sus otros competidores, su imagen luce limpia y muchos ven en él la oportunidad de inaugurar una nueva forma de hacer política totalmente ajena a las prácticas tradicionales, además de que es una figura que se identifica más con la clase media baja y en la pobreza, la mayoría, los expoliados de siempre de los regímenes de la derecha y del centro que han gobernado con gran injusticia para ellos (de ese tamaño cifraba entonces mis esperanzas en Cuitláhuac, que 8 años después me empeño en que él y su pandilla se vayan y no vuelvan nunca más).

Llegamos, pues, a un punto de quiebre. En nuestra decisión del domingo estará la gran oportunidad de iniciar una nueva etapa histórica en la vida pública y política de Veracruz. Hasta el último momento las viejas prácticas intentarán coaccionar o comprar el voto. Habrá quienes no puedan o no quieran evitarlo, pero que sean los menos. Votemos libremente. Sintamos la satisfacción de haber contribuido al cambio que todos demandamos y que Veracruz necesita con urgencia. Es ahora o nunca. Actuemos con responsabilidad”.

Cuitláhuac resultó un calca de Duarte

Hasta aquí aquella columna, que tiene plena vigencia, porque Cuitláhuac García, su gobierno y su partido, salieron una calca de los malos gobiernos del PRI, en algunos casos incluso peores.

Ahora se alza sobre Veracruz la pesada sombra de la continuidad, con una candidata señalada de ineficacia (refinería de Dos Bocas, que este sábado, con el triple del costo original, cumple un año y 11 meses de haber sido inaugurada y es la hora en que no produce un solo litro de gasolina), abuso de poder (como funcionaria federal), tráfico de influencias (en la Secretaría de Energía) y corrupción, con el ingrediente de que no conoce el estado porque es zacatecana.

Como hace 8 años, clamo nuevamente por un cambio. No deseo más de lo mismo. Mi voto va por la alternancia. La jornada del domingo me da la coyunturla de buscarla y lograrla. No voy a dejar pasar la oportunidad.

Lectores, salgamos todos a votar este domingo y a imponer nuestra voluntad sobre la imposición de un capricho.

Rocío Nahle votará en Coatzacoalcos

Rocío Nahle, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, votará a las 9:30 horas en la casilla 777, ubicada en Francisco I. Madero 1313, Col. María de la Piedad, en Coatzacoalcos.

 

Pepe votará en Perote

El candidato de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, Pepe Yunes, votará a las 10 horas en la casilla 3038, ubicada en la escuela primaria Adalberto Tejeda, en Perote.

Polo, en Mandinga

El candidato de Movimiento Ciudadano, Polo Deschamps, lo hará a las 10:30 de la mañana en la casilla de la Sección 0268, instalada en la escuela primaria Benito Juárez, en la calle Orca, entre Ostión y Camarón, en Mandinga, municipio de Alvarado.

 

 

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