Del sensato e inocuo lema de “Florece Xalapa” esta administración municipal pasó al de la “transformación” para estar en la moda política nacional. A excepción de su raquítica proyección pública y escaso contacto popular sería algo exagerado afirmar que este Presidente y sus Ediles son lo peor que le ha pasado a XALAPA. Más o menos hicieron lo que siempre se ha hecho, a lo mejor con mayor pulcritud en el manejo financiero y de obras pero eso está por verse. Pienso en un problema de expectativas. La alta votación del candidato Hipólito, y la debilidad de sus contendientes, hicieron creer que su gobierno sería novedoso y de cambios profundos. Sus votantes esperaban mucho más de él pero por algún tipo de creencia providencial o absoluto desconocimiento del origen de los recursos municipales. Al no haber pasado nada extraordinario con este Alcalde, sobrevino una ola de profunda decepción y apatía.
Hipólito es un ejemplo real, vivido por los xalapeños, de que el ejercicio político requiere ciertas características y que no es cuestión de voluntarismo. Su actividad académica no es suficiente y tal vez tampoco idónea para ocupar un cargo edilicio. Siempre es un reto mayúsculo transitar de la teoría a la practica; son casos de excepción quienes lo logran. Evidentemente no está en ese supuesto el Presidente Hipólito. Su segunda, la Sindica Ivon Cisneros, de origen universitario y con aires de izquierdista, simplemente abandonó el cargo, sin justificación, para ir por puestos federales, siendo desleal con sus electores. Esta funcionaria hizo lo que se hacía en la vieja política; si habla de cambio lo hace de broma. Tal y como lo hacía el vetusto PRI la mayoría del partido morena puso sus colores a la identidad del Ayuntamiento xalapeño, como si no gobernara para todos. Además de un anacronismo es ridículo continuar con ese tipo de prácticas. De esa manera se muestran como cualquier tipo de políticos, tradicionales. Hablar de una transformación, propaganda y cantaleta, con abusos anti democráticos de ese nivel, es una burla.
La amplia mayoría morenista en el Cabildo le permite acuerdos fáciles al alcalde pero no mostró calidad ni eficacia en el gobierno de la problemática y retos de XALAPA. En general estamos ante Ediles desconocidos, sin relevante vida pública, sin opinión ni presencia. Estos rasgos incluyen a los de oposición. Hago un paréntesis para reivindicar el papel cumplidor de la Sindica Aurora Castillo, quien conservó la sensibilidad adquirida en su formación militante como gente de izquierda comprometida socialmente, y el del regidor Justo Fernández, siempre con posiciones claras y críticas. De los demás, ni sus luces. Ausentes de la conversación pública, cómodos y elusivos de sus responsabilidades.
Esta administración municipal, igual que sus antecesoras, hizo lo de siempre: proveer ciertos servicios básicos y realizar algunas obras públicas. La ciudadanía paga específicamente dichos servicios, como ocurre con la recolección de desechos y el agua potable, aporta un porcentaje para obras y cubre los costos de actas y certificados. Es notablemente poco lo que recibe del Ayuntamiento sin que tenga que pagarlo. La falla mayor de este gobierno municipal es su ausencia cómplice en los atropellos y abusos que sufren los xalapeños a manos de la policía estatal y los agentes de tránsito. Por su omisión deja a la ciudadanía en la indefensión ante la fuerzas policiales. Tales afectaciones a derechos y tranquilidad ocurre en los retenes y en los operativos de las grúas privadas. En eso se agravia y despoja a la gente sin que haya algún tipo de intervención del Cabildo. La que es la primera instancia de autoridad, la municipal, es desplazada por funcionarios estatales no electos y casi siempre provenientes de otros lugares. En esas situaciones, asuntos de seguridad ciudadana y la nula política pública en materia de transporte urbano, radica el reclamo que se debe hacer al Cabildo xalapeño por su inutilidad. El colmo: parecen no haberse dado cuenta lo que tenían que hacer al respecto, es decir, intervenir en la defensa de la gente ante los abusos de autoridad. Como qué tal situación les resultó ajena, sin voluntad política, autoridad y valor para encarar a los jefes policiales. Fueron omisos y cobardes.
Sería exagerado decir que resultaron lo peor como se ha generalizado entre opinadores y ciertas franjas de la población. Sin embargo, tampoco hay bases para hablar de esa transformación a la que les gusta referirse. Más bien pasaron sin pena ni gloria, como uno más de los Gobiernos que hemos tenido. El refrendo partidario para el relevo próximo poco o nada tiene que ver con ellos. Con ellos pudimos ver una versión de un gobierno auto definido de izquierda sin que aparecieran los resultados que uno esperaría. No hubo más democracia ni las visiones y creatividad que reclaman los nuevos tiempos. En unos días pasarán al olvido, dejando como pendientes lo que debe ser un gobierno municipal de izquierda democrática.
Recadito: todo es tan artificial que un Senador con dos videos y un Diputado con algunos actos ponen a temblar nuestra mediocre realidad política.