Xalapa, una manifestación “patito”

’23/12/2024’
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Bien se dice que hasta para hacer las cosas mal hay que hacerlas bien.

La manifestación y vandalización sucedida ayer en el centro histórico de Xalapa, a cargo de un puñado de jóvenes, los llamados “chairos” o “cacalovers”, no fue más que una burda representación de lo que en política no se debe hacer para distraer el ánimo ciudadano.

Es como pretender presentar un espectáculo tipo “Cirque Du Soleil” cuando solo dispone del “Circo Atayde”.

De otra suerte no se entiende la burda representación violenta de un grupo de estudiantes en días de pandemia, donde no hay estudiantes en la ciudad capital.

Inexplicable y de señalada tosquedad que los vándalos encapuchados hayan llegado en autobuses foráneos cuando toda marcha precede al mitin que puede terminar de manera pacífica o en choque con la policía.

La de ayer, sin embargo, fue una engañifa.

Su lenguaje y expresiones verbales no corresponden a los veracruzanos y muy telegrafiado que sus focos de ataque fueran el Diario de Xalapa, la Catedral y los comercios del centro más no los palacios de gobierno y municipal, ni los edificios públicos.

Imposible tragarse esa píldora.

Solo un tonto daría por buena que la protesta fue por la muerte del ciudadano Carlos Navarro Landa a manos de la policía, que en efecto sucedió, pero el tres de mayo pasado. Es decir, los vándalos recordaron un mes después el abuso policiaco.

Sospechosamente el mismo modus operandi se registró en Guadalajara por el asesinato -también hace más de un mes- de otro joven, Giovanni López, a manos de la policía en un escenario político donde más parece venganza política del gobierno de López Obrador contra el gobernador Enrique Alfaro, que una exigencia de justicia.

Sobre todo, se sucede en un país donde en los últimos 18 meses han muerto de forma violenta 48 mil personas sin contar la pandemia, escenario ante el cual los encapuchados justicieros no acusaron recibo ni de muertos, ni desaparecidos, ni destazados.

Llama la atención como los violentos de Xalapa se movieron de manera coordinada, demasiado perfecta para ser creíble. Las mismas frases, los mismos desplazamientos de los encapuchados de la ciudad de México. Las mismas pintas. La misma avanzada de mujeres y hasta una llanta en llamas que de pronto apareció frente a la Plaza Lerdo.

Demasiado teatral para ser creíble.

En sus consignas los rijosos de Xalapa, exigían además justicia por la muerte de George Floyd, un hombre de color asesinado por un policía de Minnesota el 28 de mayo ante lo cual la poca gente de Xalapa, la de a pie, se preguntaba ¿Y quién es ese Floyd?

Pero ahí estaban los chairos solidarios. Sin convocatoria previa. Simplemente aparecieron en las calles despejadas, sin elementos de tránsito, sin la policía, patéticos.

Como Pedro por su casa, se apoderaron de la plaza para con sus martillos y piedras hacer destrozos y saqueos. Igualito como lo hicieron en Mexicali con el cierre de la cervecera “Constelation Brand”. La misma táctica que en los disturbios provocados en Jalisco y en la Ciudad de México.

¿Demasiadas coincidencias para ser creíbles no?

Hoy la opinión pública está llena de dudas. No entiende por qué en Veracruz, la tercera entidad con más violencia y crimen, segundo lugar en feminicidios y seis carteles que controlan parte del territorio, hasta ahora los chairos se acuerdan de la injusticia.

Por qué el gobernador Cuitláhuac García, luego de la vandalización, sale a decir que no se presentarán denuncias penales pero que los vándalos tendrán que pagar los destrozos a comercios e instituciones privadas, mas no los daños públicos.

Pareciera que no entendiera que para que los agresores paguen hay que ir por ellos a la ciudad de México ya que no hubo detenidos y para que respondan por los daños a edificios públicos hay que empezar por dañarlos ya que extrañamente ningún de ellos fue vandalizado.

El gobernante no puede tomar la ley en sus manos y disponer quien paga y quien no. No puede erigirse en juez y parte y hablar en nombre de los tres poderes.

Hoy se dice pacifista renegando de su pasado violento.

En realidad, las acciones de ayer solo son distractores, cajas chinas ante el descrédito y reprobación por la visita presidencial, los nuevos empréstitos, el desgaste oficial ante la escalada de muertes por el Covid-19, las denuncias de corruptelas y saqueos al erario amén de que la gente, las familias, ya no aguantan el confinamiento.

Hay que dar circo, aunque no haya pan, para que no se alebreste ese “pueblo bueno” que vela armas de cara a la jornada electoral del 7 de junio del año próximo en donde los morenos habrán de registrar muerte súbita.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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