Después de la conferencia mañanera del pasado lunes en la Zona Militar de Xalapa, algunos medios pusieron en boca del Secretario de la Defensa Luis Crescencio Sandoval, algo que no dijo: que delitos como los homicidios han bajado en Veracruz. ¿Cuándo y en qué porcentaje? Quién sabe, pero la noticia fue destacada en varios portales cuando lo que dijo el general es que han bajado los secuestros, pero nunca comentó semejante barbaridad sobre los homicidios dolosos.
Lo que sí dijo es que Veracruz mantiene números preocupantes en delitos dolosos: “Aquí dentro de la entidad, tenemos que Veracruz ocupa el noveno lugar. La media nacional es de mil 301 homicidios y el estado tiene mil 872”. Agregó que en robo de hidrocarburos nuestra entidad ocupa el tercer lugar nacional por el número de tomas clandestinas ya que se han detectado 1,205. Y los ductos más afectados son Minatitlán-México, Veracruz-Córdoba, Tuxpan-Tula, Tuxpan-Azcapotzalco y Tuxpan-Poza Rica.
En otras palabras, la lucha contra el huachicoleo ha sido la pura finta.
No se puede hablar que en el estado han bajado los homicidios dolosos cuando en la semana que no estuvo el presidente López Obrador en Veracruz (del 7 al 14 de mayo), se registraron 34 asesinatos entre ellos un feminicidio, y con esa información me fui a dormir. Pero al día siguiente descubrí que no contabilicé el homicidio de una mujer que fue decapitada, con lo que los asesinatos dolosos fueron 35 con dos feminicidios.
No puede hablarse de que bajó la violencia en Veracruz cuando entre el lunes y ayer martes hubo nueve ejecutados y dos feminicidios y cuando crece la saña desmedida: embolsados, decapitados, cercenados.
Reitero, el General Secretario jamás habló de la baja en homicidios dolosos. Y seguramente quien agregó esa mentira en la cabeza del boletín, fue algún ujier de Comunicación Social para congraciarse con su jefe el señor Cuitláhuac García.
Los desaparecidos son otro pendiente. El gobernador ya no se quiere acordar que su primer acto como mandatario estatal el 1 de enero del 2018, fue emitir la Declaratoria de Programa Emergente por Crisis de Violaciones de Derechos Humanos en Materia de Desaparición de Personas.
Ese documento que leyó ante la Legislatura local pero no entendió, dice en una de sus partes sustantivas.
“Los gobiernos de Veracruz en el periodo que va de 2006 al 2018 no cumplieron con su función en torno a estos sucesos. Por ello, ahora no sólo manifestamos tener la voluntad política en este gobierno para atender la problemática, sino que nuestro gobierno acepta y reconoce que a las víctimas no se les ha hecho justicia y que lo más importante y urgente es brindar a las personas justicia, verdad y reparación, y en ese contexto localizar a todas las personas desaparecidas”.
Si las madres, hermanas y esposas de los desaparecidos salieron del Congreso con la esperanza de que “ahora sí” los gobiernos estatal y federal unirían esfuerzos para encontrar a sus familiares, pronto recibieron el golpe del desencanto.
El 9 de julio Cuitláhuac García nombró como encargada de despacho de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas a Brenda Cerón Chagoya. ¿Abogada penalista? ¿Defensora de los derechos humanos? ¿Experta en búsqueda de desaparecidos? Nada de eso, la señorita Cerón Chagoya es administradora de empresas y experta en organizar banquetes.
Los colectivos aún no se recuperan de esa bofetada.
“Si Duarte y Yunes nos trataron mal, Cuitláhuac nos ha tratado peor. Aquellos al menos nos escuchaban, nos daban una palmada en la espalda con la promesa (cumplida a veces a medias), de que nos ayudarían a encontrar a nuestros desaparecidos. Pero Cuitláhuac ya ni nos recibe, para él no existimos”, me dijo telefónicamente y con rabia contenida, la madre de un joven de 23 años desaparecido hace cinco y que fue de las desairadas por López Obrador en la Zona Militar.
No, en Veracruz no ha disminuido la violencia y como consecuencia tampoco los asesinatos, robos, feminicidios, desapariciones.
En otro contexto, lo que ha subido como la curva de contagios del Covid-19, son los niveles de corrupción, nepotismo, prepotencia y saqueos de algunos funcionarios.
Y lo que ha caído a sus niveles más bajos, son la seguridad y paz que prometieron brindarnos Cuitláhuac García y su jefe Andrés Manuel. Y que nomás no se ven por ningún lado.