Y sí.
De pronto, como por arte de magia Andrés Manuel López Obrador, se olvidó de los agravios.
De los calificativos que le impuso Miguel Angel Yunes de que era un “viejo guango” –para acabar pronto “un viejo loco y vividor”- y que en desquite el propio Peje, siendo candidato a la Presidencia, se presentó en la PGR, en abril del 2017, con una “Carpeta Azul” donde daba fe de corruptelas y desvíos millonarios del hoy limpio, limpísimo ex gobernador.
Ya no hubo ofensas ni delitos que perseguir.
Es más, ¡Si te vi, ni me acuerdo! cuando todavía el año pasado en una de sus múltiples visitas a Veracruz confiaba en que el brazo de la justicia alcanzaría a quien lo insultaba cada vez que se paraba en Veracruz.
Acaso la amnesia pejista se produce luego de recordar los morenos que en la última elección donde contendió Miguel Angel Yunes hijo por la gubernatura, el PAN se echó a la bolsa más de millón y medio de votos, parte de los cuales el año próximo podrían migrar a Morena.
El punto es que en esa carambola política más que jurídica, López Obrador le quita, en armado tongo en de sus ya legendarias “Mañaneras”, toda culpa a Yunes dejando a Cuitláhuac García en la orfandad, sin su única bandera de justificación a todos sus desatinos gubernamentales.
¿Y la “Carpeta Azul”?
Pues igual se guarda un tiempito más en espera de nuevas cajas chinas que distraigan a la opinión pública.
Al archivo del olvido oficial se fue todo el rencor contra Miguel Angel Yunes quien, según el Peje, ahora no recuerda denuncia alguna en contra de su enemigo jurado.
Tampoco del anuncio de la Fiscalía General de la República del 14 de octubre del año pasado en donde adelanta que procedería contra el ex mandatario, por el tema de la “Carpeta Azul” que se liga a tres denuncias estatales por irregularidades en las cuentas públicas 2017-2018.
Esta última, la de 2018, arrojó supuestos daños al erario por más de tres mil 500 millones de pesos por irregularidades en 46 de 97 entes estatales -11 secretarías, 30 organismos descentralizados y tres fideicomisos- y el capítulo de deuda pública.
Así que ¡Albricias!
Yunes Linares dejará de portar amparos y no se preocupará más por las revelaciones del subsecretario de Finanzas de su gobierno, Bernardo Segura Molina, detenido el año pasado por el desvío de dineros públicos que debieron destinarse al sector salud.
A la basura las denuncias de ORFIS sobre los mil 100 millones de pesos bajo sospecha por la compra de videocámaras y el dinero recuperado “por fuera” en bienes inmuebles y aviones entregados presuntamente por funcionarios del Duartismo –entre ellos Luis Angel Bravo, Edgar Spinoso, Gabriel Deantes, Vicente Benítez y Arturo Bermúdez-.
El afortunado político de Soledad de Doblado también gozará de beneficios, digamos colaterales.
Su otro hijo, el alcalde de Veracruz, Fernando Yunes, dejará de ser acosado por Cuitláhuac y por fin descansará en paz la senadora Indira de Jesús Rosales, ex Secretaria de Desarrollo Social señalada por daños al erario superiores a los 270 millones de pesos.
Y es que la federación pesa. Máxime cuando ya se hizo patente el perdón y olvido.
El redentor Andrés Manuel López Obrador no se acordó más que el 30 de abril del 2017 –el Día del Niño- llevó, no una sino tres carpetas donde reseña todas las corruptelas de su entonces fiero adversario.
Denominada por el propio Peje como la “Carpeta Azul”, dio cuenta de denuncias contra de Miguel Angel Yunes en 2013 y en 2016, la primera por lavado de dinero y la segunda por delincuencia organizada.
En otro apartado, se detalla el desfalco al ISSSTE en la época del Presidente Felipe Calderón, superior a los 3 mil millones de pesos, más una propina de 230 millones de “comisiones” y “retenciones” indebidas a miles de afiliados al ISSSTE y maestros del SNTE.
A ello se agregaron 38 propiedades y negocios familiares, 34 de los cuales se ubican en México, Puebla y Veracruz, y las cuatro restantes, en España, así como adquisiciones en los últimos años de departamentos en Nueva York.
Bueno, pues todo eso no vale.
Bendita amnesia presidencial, diría Miguel Angel Yunes Linares, quien ya se frota las manos para dar el siguiente salto en el 2024 en favor de su hijo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo