Por: Raúl Martínez Chávez
Hace ya algunos años, acudí a la casa de un amigo muy apreciado, habíamos terminado de comer y fumábamos en la sala, un exquisito puro de la famosa fábrica La Prueba, del Puerto de Veracruz.
Mientras se desarrollaba la plática, se escuchaba de fondo la opera wagneriana de La Cabalgata de las Valquirias, pieza que por cierto, ha marcado episodios importantes en mi vida.
Sin embargo, tan agradable momento de repente fue cortado de tajo con un silencio total, seguido de un comentario adusto por parte de mi anfitrión, quien con voz solemne espetó…
-Don Rul, estimado amigo, cuando tenga usted la amabilidad de visitarme en esta su casa, por favor deje su teléfono celular en su vehículo, porque… ¿o viene a platicar conmigo o viene a estar al pendiente de quien le llama?.
Apenado sobremanera con tan claridosa petición, volví a colocar el motorola Star Tac en el clip de mi cinturón y me disculpe, aduciendo estar al pendiente de alguna llamada de mi trabajo, lo cual, haciendo honor a la verdad, no era del todo cierto.
Al percatarse de mi semblante apenado y contrariado, prosiguió con un tono de voz más amable y conciliador.
– ¿Sabe usted Don Rul lo que esos teléfonos colgados al cinto me recuerdan?
– Me recuerdan esos grilletes que se les ponían a los esclavos en los tobillos, y que traían en el otro extremo una gigantesca bola de acero.
-Tenga cuidado con el uso y abuso de su teléfono, porque si no pone usted atención en eso, el teléfono será su nuevo amo y señor, pero no solo de usted Don Rul, sino también de millones de personas que como usted no entienden el grave riesgo que entraña ese aparatito.
– El hecho es Don Rul, que es absurdo que la gente reaccione obedientemente a una vibración o a un beep y que deje cualquier cosa para tomar una llamada o ver un mensaje y eso sabe usted, a la larga traerá consecuencias.
– Esos aparatitos serán los nuevos artefactos de dominación que usarán los poderosos sobre las masas. ¡Serán los nuevos grilletes, pero ahora atados a la palma de sus manos!
¡Adiós televisión, bienvenido teléfono celular!
Y remató su comentario con una sonora carcajada.
Esta anécdota se desarrolló a finales del año 1996 si mal no recuerdo, y precisamente ese modelo de teléfono era el primero en incorporar los avisos de los mensajes mediante la vibración del aparato.
Han pasado cerca de 26 años de esa plática y parece que el comentario de ese apreciado amigo, que mas bien parecía una predicción, esta mas vigente que nunca; pues las actividades de los tiempos que corren, son dictados básicamente a través de los teléfonos celulares, respaldados por supuesto, por las redes sociales, redes sociales, que van marcando la pauta a seguir casi en todos los aspectos de la vida cotidiana de las personas.
Esto lo escribo porque a sugerencia de varios amigos, hace unos días, vi la película titulada: NO MIREN ARRIBA (Don´t Look Up) protagonizada por Leonardo Di Caprio. Cinta que aborda con precisión y fino sarcasmo en lo que como sociedad nos hemos ido convirtiendo y retrata claramente el tema de aquella plática sucedida en el 96.
Hoy por hoy podríamos de una manera genérica y superficial decir que, si algo no esta en las redes sociales, simplemente no pasó o no existe, o bien que las redes sociales marcan lo que es correcto y que no lo es y lo que es peor, como pensar y en consecuencia como actuar.
En fin, prefiero no seguir ampliando el tema porque ustedes estimados amigos, seguramente podrán enriquecer con sus comentarios, esta ya añeja, pero vigente anécdota.
Un abrazo y nos leemos pronto.
#UnidosenlaDiversidad
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