Lo que en un tiempo fue un secreto a voces ahora se dice abiertamente dentro y fuera del PRI; que en 2018 Héctor Yunes Landa fue factor sustantivo para que el entonces candidato a la gubernatura de Veracruz, José Francisco Yunes Zorrilla, perdiera de manera estrepitosa y el PRI se desbarrancara hasta la tercera posición.
Esa fue la primera traición de Héctor al partido que lo hizo gente. O al menos la primera que se le conoce.
“Lo puede negar las veces que quiera pero él, Héctor Yunes Landa, negoció con Cuitláhuac García para desfondar al PRI al darle votos a Morena. No sólo traicionó al partido sino a su militancia y quien traiciona una vez traiciona siempre”, me comentaron entonces.
Su segunda traición la generó cuando ideó, planeó, creó y patrocinó el partido Todos por Veracruz, que le serviría de plataforma para buscar la candidatura a gobernador en 2024 si el PRI se la negaba. Pero fue mezquino con el tricolor y te explico por qué lector. Su partidito logró sólo 60 mil votos y perdió el registro. Si esos votos hubieran sido para el PRI en este momento sería diputado local electo.
Por este hecho hay un proceso de expulsión en su contra que inexplicablemente está empantanado, pero los priistas veracruzanos buscarán que se reactive sobre todo porque consideran que acaba de cometer una nueva traición.
Siendo aún legislador federal, Héctor buscó la primera posición plurinominal para diputado local en la próxima Legislatura, pero lo mandaron a la tercera y su nominación provocó airadas protestas al interior del PRI. Sin embargo, el partido lo sostuvo aunque se toparon con la paridad de género.
De acuerdo con esa paridad Yunes Landa tendría que salir y en su lugar entraría Arianna Ángeles Aguirre lo que al final sucedió y ya es diputada local electa.
Pero Héctor no se quedó cruzado de brazos y gestó lo que los priistas (principalmente las mujeres) consideran que es su tercera traición al partido: impugnó ante el OPLE la nominación de Arianna.
“Arianna me enseñó un mensaje donde Héctor le manifiesta su apoyo y le dice que si ella resulta ganadora aceptará el resultado. Y ahora sale conque siempre no. Eso es falta de hombría de este sujeto” me dijo este domingo una furiosa mujer priista.
Y no sólo las mujeres tricolores están enojadas. Yunes Landa ha unido en su contra a cientos de veracruzanas que le han dicho de todo; desde poco hombre y traicionero, hasta cobarde, desleal y felón.
Algunas más mesuradas le recordaron en las redes que la impugnación que presentó ante el OPLE, “no sólo es violenta, sino incongruente. En 2018 los derechos paritarios que usted pretende violentar, le fueron reconocidos y respetados a su hija. Lograr #ParidadTotal ha sido un gran reto para nosotras, ya que alienta y protege la participación política de las mujeres, pues nuestros derechos han sido violentados reiteradamente de distintas maneras a través de los años”.
¿Logrará Héctor revertir el fallo? No lo creo lector. Está haciendo ruido para sacar raja política porque así es; esa es su naturaleza.
En 2010 hizo su berrinche cuando Fidel Herrera se decantó por Javier Duarte para la gubernatura. Pero calmó su lloriqueo con las jugosas prebendas que recibió. Quienes lo conocen aseguran que nuevamente está sirviendo a Morena, concretamente al Secretario de Gobierno, Eric Cisneros. Con su impugnación ante el OPLE está buscando que tumben de su curul al diputado Juan Javier Gómez Cazarín, lo que fortalecería a Eric. Pero también va implícito el pedimento de que tumben a Arianna y lo entronicen a él.
Se equivoca si piensa que en Morena le darán lo que le dieron en el PRI donde lo tuvo todo, hasta la oportunidad de gobernar Veracruz. Los morenos pagan los favores con patadas en el trasero y eso debería saberlo. (A propósito, ¿qué tan cierto será que en 2016 negoció la gubernatura con su primo hermano Miguel Ángel?)
Como todo en esta vida, en política hay que saber retirarse a tiempo y Héctor Yunes está pasando por alto esa sabia sentencia.
Devaluado ante los militantes de su partido, acusado de traidor, en riesgo de quedar fuera del presupuesto por primera vez en su vida, sin las alianzas que tejió entre 2011 y 2015 y con casi nulas posibilidades de que el PRI lo vuelva a tomar en cuenta, lo mejor que puede hacer este eterno aspirante a la gubernatura es irse a su casa con dignidad. Si es que algo de dignidad le queda en las alforjas.
Si insiste en seguir en el juego va a causar pena. Y de la pena a la lástima el tramo a recorrer es así de pequeñito.