No hay obstáculos imposibles; hay voluntades más fuertes y más débiles, ¡eso es todo!
Julio Verne.
Se ahonda la tendencia dominante de la polarización, la que genera dos bandos irreconciliables, los que odian al presidente y los que lo aman. En estos momentos pareciera que es más importante encontrar las diferencias que las coincidencias, generar un ambiente enrarecido para sabotear las posibilidades del encuentro. Ningún antagonista concede validez a ninguna de las propuestas del otro. La consigna de los extremos es obedecer sin quejarse, porque disentir –en cualquiera de los bandos o fuera de ellos-, te hace enemigo, malo, indeseable, traidor a la patria.
Son los tiempos de reduccionismos que fomentan la sinrazón, la nula reflexión, donde la intolerancia es un valor que construye incondicionales guardias de la verdad indiscutible. Ufanos unos del dominio que ejercen sobre amplios sectores, reivindican el desencuentro, el nulificar al adversario; en ellos, en cualquiera de los frentes extremos tan solo se puede encontrar la posibilidad de terminar con el que opine distinto, tenga o no la razón.
La apuesta es cual bando puede calificar y descalificar mejor. Fuera razones, la necedad es la fuerza del ánimo, es romper con la tolerancia, es no poner la otra mejilla, el incendio es el final frente a la diferencia. Ambos bandos degradados en los prejuicios, en la obcecación para no escuchar o para tan solo oír lo que se quiere, la ceguera como baluarte para no mirarse en las oportunidades de coincidir, caminar dando tumbos en una oscuridad asumida en el campo minado de las confrontaciones.
¿Realmente la vida nacional no tiene más que el triunfo de denigrar la riqueza de las diferencias de pensar que han sido parte de una conquista democrática que se forjo sobre la base de reconocernos en la necesidad de trascender el modelo autoritario que cancelaba la pluralidad y perseguía las razones?
Es el hoy tan solo el momento que cancela las posibilidades de construir una sociedad en la pluralidad, que sea más justa, de mayor bienestar para todos, que atienda los reclamos contra la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad, donde se garantice la libertad de expresión y se brinden las condiciones para poner en la mesa la construcción de un modelo sustentable que se contraponga al esquema depredador que nos ha conducido a nuestras actuales penurias y que sigue reproduciéndose?
Es urgente hacer mucho más de lo que actualmente domina en el escenario público y social. Ningún bando, y peor en los extremos, puede solo enfrentar los retos que debemos vencer como sociedad. La intransigencia no es el camino ni el método para construir puentes, para conjuntar esfuerzos, entender que hay que anteponer y fortalecer las coincidencias por mínimas que sean. Caminamos hacia el vacío y seguir así no abrirá las rutas. Hagamos lo imposible.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El Cisne: otro botón del poder fidelista en el partido Verde, aliado con Morena. ¿Se imagina la transformación?