La Orquesta Filarmónica de Boca del Río cierra su Primera Temporada 2019

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-Concierto extraordinario con obras de Satie, Bloch,  Respighi y Ravel. Dirige Jorge Mester y Julian Schwarz será solista al violonchelo.

 

Este viernes 21 de junio, la Orquesta Filarmónica de Boca del Río cierra su Primera Temporada 2019 en el Foro Boca bajo la dirección de su titular, el internacionalmente célebre Jorge Mester y con el violonchelista norteamericano Julian Schwarz como solista. Para lo mismo, anuncia un programa de proporciones extraordinarias que dará inicio a las 20 horas y previamente, desde las 19 horas, se ofrecerá la acostumbrada charla de apreciación.

El listado musical se integra por “Dos Gymnopédies” de Satie, “Schelomo” de Bloch, “Las fuentes de Roma” de Respighi y “Bolero” de Ravel. En la segunda partitura se dará la presencia de Schwarz, quien regresa a Boca del Río y se confirma como consistente colaborador de Jorge Mester. Schwarz fue ganador absoluto en los concursos internacionales Schoenfeld de Hong Kong y de Música de Cámara Boulder (Colorado). Ejecuta en un instrumento de importancia histórica manufacturado en 1743 por el luthier italiano Gennaro Gagliano.

Contemplado como uno de los jóvenes virtuosos mejor dotados de su generación, Schwarz es originario de la ciudad de Seattle, hizo su debut a los 11 años de edad con la Seattle Symphony bajo la dirección de su padre, Gerard Schwarz, y de inmediato se le programó como solista en una gira por Estados Unidos con la Sinfónica de Radio de Moscú. Así dio inicio una trayectoria que le ha conducido hacia los más importantes centros musicales de la Unión Americana y con las mejores organizaciones orquestales. Ha actuado para los festivales Casals de Puerto Rico, Rosenegg Castle de Steyr (Austria), National Arts Club, Musical Club de Hartford, Boulder Bach y Concerts of the Desert de Palm Springs. Se presenta frecuentemente con los violinistas Mark Peskanov y Frank Almond, así como con los Palladium Chamber Players de San Petersburgo, Florida. También es profesor en el Conservatorio de la Universidad de Shenandoah (Virginia), en la Juilliard School y el Eastern Music Festival de Greensboro.

Las obras del programa

El término “gimnopedia” describe unas festividades religiosas propias de la Esparta antigua y se supone que el compositor francés Erik Satie (1866-1925) optó por esa denominación para designar sus Gymnopédies (escritas para piano solo) en alusión a la danza practicada por jóvenes bailarines desnudos, misma que apuntaba a las nociones de ascetismo y austeridad relacionados con la civilización espartana. El compositor las terminó hacia finales de 1888 y en 1896, su amigo Claude Debussy decidió orquestar dos de las mismas, que fueron estrenadas el 20 de febrero de 1897.

“Schelomo” se traduce como “Salomón” y es una rapsodia hebraica para violonchelo solista y orquesta, escrita por el compositor judío-suizo Ernest Bloch (1880-1959) en 1916. Inspirado en el libro bíblico de Eclesiastés, la obra fue ideada inicialmente para barítono y orquesta, pero Bloch cambió de opinión al escuchar al violonchelista ruso Alexandr Barjansky, a quien dedicó la partitura. “Schelomo” se estrenó en Nueva York, en mayo de 1917 y se trata de la última pieza de Bloch escrita en Europa antes de partir hacia Norteamérica. Asignó la voz del sabio Salomón al instrumento solista, mientras que para la orquesta reservó una suerte de descripción de los ideales del rey y de su fastuoso entorno. Está dividida en tres secciones, que se interpretan sin interrupción.

Ottorino Respighi (1879-1936) nació en Bolonia aunque pasó la mayor parte de su vida en Roma, ciudad a la que dedicó los notables poemas tonales que agrupó en un tríptico de gran elocuencia sonora. “Las fuentes de Roma” es el primero de ellos. Alumno en San Petersburgo, Rusia, de Nikolai Rimski-Korsakov, ello explica su formación y desarrollo como uno de los más formidables orquestadores italianos del siglo XX. En su obra encontramos un exquisito análisis visual, así como la intensa pasión por el arte antiguo. La pieza que se interpreta en la jornada que nos ocupa describe cuatro surtidores romanos a distintas horas del día: Valle Giulia al alba, Tritone por la mañana, Trevi al mediodía y Villa Medici al atardecer. Se estrenó en marzo de 1917 en el Teatro de Roma con escaso entusiasmo por parte de público y crítica.

Finalmente, “Bolero” de Maurice Ravel (1875-1937) se establece como una de las obras de la literatura sinfónica de mayor impacto popular. La bailarina rusa Ida Rubinstein había encargado a Ravel una pieza para ballet sobre música de Isaac Albéniz, pero los herederos del compositor español impusieron obstáculos y el maestro francés decidió trabajar sobre ideas personales. El resultado fue una partitura insólita sobre la incesante reiteración de una sola frase rítmica y una melodía de sencillez obsesionante, todo desarrollado sobre lo que parecía, de entrada, un insoportable crescendo. Como música para ballet, se estrenó en noviembre de 1928 y todos suponían –incluso Ravel mismo– que sería un rotundo fracaso. Pero fue aclamado inesperadamente y desde entonces su popularidad no ha dejado de extenderse hasta nuestros días.

Por tratarse de un acontecimiento cultural de notoria trascendencia, nos permitimos recomendarlo ampliamente a nuestros amables lectores para el esparcimiento familiar de fin de semana. (Jorge Vázquez Pacheco)

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