Por Dr. Francisco Berlín Valenzuela |
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En el Estado de Veracruz el próximo periodo de gobierno 2016-2018 tendrá las características que la Ciencia Política define para un gobierno de transición. Existen varios elementos que así lo permiten determinar. En primer lugar porque durante más de dos lustros se han constreñido -de manera significativa-, el proceso de desarrollo y de modernización en los más diferentes ámbitos de la vida del Estado. Al mismo tiempo se ha visto gravemente deteriorada la vida institucional de la entidad. Éstas circunstancias obligan a que la transformación que se propone comprenda aspectos: administrativos, seguridad pública, políticos, fiscales, económicos y –fundamentalmente-, sociales. Por eso, el nuevo gobierno será mucho más que un simple relevo administrativo. Se tiene que partir de una perspectiva autocrítica objetiva que posibilite: delimitar la naturaleza y el contenido de los programas que integrarán el nuevo planteamiento; y articular -de cara al pueblo veracruzano-, el compromiso para exigir, conforme a Derecho, las responsabilidades que permitan sanear la vida pública a fin de recuperar -y restablecer-, la confianza y el respeto ciudadano de la población hacia sus autoridades. Es manifiesto que, por ahora, existe un grave deterioro institucional en función de diversos casos de corrupción y de la incapacidad para llevar adelante -con éxito-, importantes aspectos de nuestra vida pública. En los últimos diez años hemos observado como otras entidades de la República han logrado importantes -y hasta asombrosos-, avances en la realización de sus proyectos industriales, de infraestructura y de reducción de la pobreza. Para ejemplificar con uno de los más lamentables resultados negativos, baste de señalarse que, según cifras oficiales del CONEVAL, nos corresponde el penoso deshonor de haber aportado 500 mil de los dos millones de nuevos pobres registrados en todo el país. Es evidente que esto no puede continuar así y que para remontar la situación se requerirá de formular planteamientos juiciosos , honestos y novedosos, que no ofrezcan cosas imposibles de cumplir, pero que establezcan objetivos provechosos, viables y verosímiles. El periodo de gobierno por venir es corto. Pero es tiempo suficiente para generar las condiciones-base necesarias que permitan retomar el camino del desarrollo y el restablecimiento de la confianza perdida en: las autoridades; el potencial del estado; y el papel central de las decisiones de la comunidad en la construcción de un futuro para todos. En suma -aun con su brevedad-, dos años, son tiempo suficiente para llevar a cabo: un componente central de democratización en la generación de opciones; y en el diseño de nuevas formas de participación para la ciudadanía, ambos, principios subyacentes de un auténtico periodo de transición. En esos dos años se tiene que trabajar intensamente para sustituir la prevaleciente ausencia de valores. Los colaboradores del nuevo gobierno deben de serlo en función de su experiencia, probidad y eficacia. Tendrán que demostrar su capacidad, a través del trabajo que realicen día a día, pues solo así quedará claro que son merecedores de la oportunidad que se les brinda para servir a la sociedad y sólo podrán acreditarlo con resultados. En ese sentido, se tendrá que respetar la estricta observancia de las reglas del juego. Es necesario dejar atrás todo vestigio de actuación caprichosa o autoritaria. Por eso, deberá de existir particular escrúpulo en el funcionamiento y respeto de las instituciones. El gobierno de transición tiene que hacer todo lo necesario para evitar actos arbitrarios cometidos por el Estado. Por todo lo anteriormente argumentado es preciso resaltar que el periodo de transición supondrá el fortalecimiento de la democratización en la toma de decisiones y el abandono de perniciosos privilegios. Debemos de erradicar la percepción de que en varios aspectos, Veracruz ha estado al borde del colapso y hasta en la proximidad de una ruptura de las normas más elementales de la convivencia política. Recientemente atestiguamos un hecho insólito en la vida política de la entidad. La escena pública presenció el arrebato de la frivolidad, la inmadurez y la falta de cortesía que transgredieron las más elementales formas de urbanidad política. Los “dimes y diretes” en torno a “la pesca de peces gordos” desnaturalizaron el importante acto campesino que se celebraba, degradaron el ambiente, propiciaron la pendencia y rebajaron a niveles ínfimos la calidad de la práctica política que tanto enaltecieron las generaciones pasadas de los hombres públicos de Veracruz. Algunas de las situaciones límite registradas tienen que ver con delicadas situaciones de inseguridad pública, experimentadas a lo largo de toda nuestra geografía. Por fortuna, en nuestro estado existe una larga tradición de coexistencia pacífica, acendrada participación ciudadana, liderazgo, imaginación y creatividad políticas. Si por algo han destacado los veracruzanos es por su espíritu gregario. La experiencia acumulada por su clase política no debe de ser desaprovechada en experimentos que solo han servido para encubrir camarillas y privilegio a partir de compadrazgos y complicidades. El trabajo por hacer requiere de la colaboración de todas las generaciones de servidores públicos, sin distingos ni preferencias establecidas en razón de la edad, sexo o apariencia. El único requisito que deberá de existir para aceptar la colaboración de quienes deseen sumarse será que no hayan sido públicamente señalados de enriquecimientos aparentemente inexplicables. Tenemos que replantear políticamente a Veracruz. Para lograr ese propósito será esencial la legitimación de sus gobernantes a través del cumplimiento de los compromisos adquiridos, la palabra empeñada y el sobrio actuar de sus integrantes y familiares. A manera de conclusión podemos afirmar que para tener capacidad de interlocución frente a una sociedad que ya casi no cree en nada, habrá que trabajar honesta e incansablemente. Hoy más que nunca será necesario concertar la participación de toda la sociedad. Tenemos que lograr un ambiente de concordia suficiente para que cada quien haga lo que le corresponde realizar. No hay duda de que, en dos años, es perfectamente posible producir las bases de un nuevo orden democrático. *Propuestas hechas por el autor, en el Foro sobre “Acciones a realizar en un Gobierno de Transición Política de dos Años en Veracruz”, celebrado en el Rancho San Julián del Municipio de Perote, Veracruz, el día 10 de Octubre. El acto fue presidido por el Senador José Francisco Yunes Zorrilla.
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