Rocío Nahle salió del debate como “la candidata de Zacatecas”

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Publicada en mussiocardenas.com

29 de abril de 2024

Barrida y trapeada, Rocío Nahle emergió del primer debate como la “Candidata de Zacatecas”, del botín en Dos Bocas, la riqueza inexplicable, la ambición inmobiliaria y hasta el robo de luz.

No capoteó el vendaval porque el vendaval se le vino encima. Y la hizo volar. Y la sacudió. Y la fue desollando. Y la fragmentó, arrancando jira por jira, destrozándole la honra, exhibiendo que la de Zacatecas nació para todo menos para dar clases de honestidad.

Entró al debate vapuleada y salió masacrada. Entró soberbia y se marchó con la cola entre las patas, denostada.

Miró la mano extendida de Pepe Yunes, el candidato de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, previo al debate y así lo dejó. Le dio la vuelta. Lo evitó.

La majadera habría de pagar la factura. Pepe Yunes, que lleva la música por dentro, sonrió, regresó a su lugar y se apostó en su atril. Y preparó el misil.

Es entendible. Norma Rocío es reactiva y visceral, más tripa que seso, más desplante y cero mesura.

Trae la estocada a medio lomo, apabullada por las revelaciones de su fortuna descomunal, las mansiones que exhiben su esencia neoliberal, su vida de oropel, las ganas de vivir, no como El Peje sino como los hijos del Peje López Obrador.

Nahle es la negación de todo lo que Andrés Manuel vocifera. Nahle vive a lo grande, a lo rico, a lo suntuoso. Es aspiracionista. Aspiró a ser una fifí y lo logró.

Y es descuidada. Y cínica. Y torpe, profundamente descarada dejando la huella de su ostentación en por lo menos dos mansiones, un departamento, terrenos a nombre suyo y de su esposo, el célebre José Luis Peña Peña, sin contar la joya de la trastada, el palacete de 40 millones de pesos del fraccionamiento El Dorado, en Boca del Río, que dice que es de su sobrina Maribel Hoyos Peña –ajá– y que dice que lo renta en un dineral.

Cuando tocó a Pepe Yunes hablar le soltó el primer disparo: “Vengo también indignado, porque está aquí la candidata de Zacatecas, quien tendría que estar respondiendo ante la justicia, nada más y nada menos que por enriquecimiento inexplicable, en lugar de con mentiras, promoverse para gobernar un estado en el que no nació y que no conoce”. Y así por dos horas más.

La etiquetó. Fijó ese apelativo en la mente de todos. Si el tema era desarrollo, “la candidata de Zacatecas”. Si había que hablar de migración, “la candidata de Zacatecas”. Si se trataba de sustentabilidad, “la Candidata de Zacatecas”.

Rocío Nahle, como buena zacatecana, sacó el sable. Abrevó en sus hallazgos. Y lanzó un chisguete.

Que si Javier Duarte le compró una casa a Pepe Yunes en el Pedregal de San Ángel, en la Ciudad de México; que si mostró evidencia donde Pepe y Héctor Yunes, éste una lacra que ahora va para diputado local, recibieron dinero de Duarte; que si Pepe Yunes aprobó los gasolinazos siendo senador; que si Emilio Lozoya lo señaló de haber recibido sobornos de la firma brasileña Odebrecht.

Y luego la rudeza.

“La candidata de Zacatecas” esgrimió una y otra vez que ella tiene una familia, el susodicho Peña Peña y sus dos hijas, nacido y nacidas en Veracruz, y que no necesita ir a otro lugar para tener otros hijos. Y así el dardo.

Y ya encarrerada soltó que a la secretaria de Pepe Yunes le sobran casas en la conurbación Veracruz-Boca del Río.

No corrió toda la película. Falta contar la historia antes de Peña Peña, del padrino en Cangrejera, los días en que los privilegios venían de lo alto y ella sabe por qué. Aquello que los petroleros llaman “el secreto mejor guardado” le tira la máscara de inocente a la candidata de Zacatecas que quiere gobernador Veracruz.

Y Pepe Yunes hurgaba en la herida.

“El gobierno de Veracruz va a manejar el próximo año más de 170 mil millones de pesos. ¿A quién le darías esa responsabilidad? ¿A quién le entregarías la caja del gobierno? ¿A alguien que tiene señalamientos de corrupción y está bajo sospecha de enriquecimiento ilícito? O a alguien que te ha dado resultados todos los días desde hace treinta años con honestidad y eficacia”.

Y trajo al debate el fracaso de la refinería. Y picó la cresta a la “candidata de Zacatecas” invocando el incumplimiento. Y la hizo hablar, refutar, alegar, decir, insistir que con la refinería cumplió.

Y Pepe Yunes volvió a la carga. Nahle ofreció que el 2 de junio de 2022 la refinería de Dos Bocas estaría funcionando. Luego, cuando dejó la Secretaría de Energía, que antes de terminar 2023. Y sigue sin funcionar. Y recordó que la Auditoría Superior de la Federación halló más de mil 500 millones de dólares en inconsistencias, no solventadas.

Fue chile en el pastel de Nahle. Se prendió. Se irritó. Acusó a Pepe Yunes de ignorante, de no saber que la refinería fue terminada en tiempo récord, pero que le faltaron obras adicionales y que ya refina. Si, refina mansiones.

Si Nahle fuera armadora de automóviles, los entregaría “terminados”, sin motor, sin llantas, sin volante y sin radiador. Y a ver cómo lo echa a andar.

“La candidata de Zacatecas” llegó al debate sin nada. Leyó su entrada; leyó su salida. Se mostró nerviosa, impreparada, irritada, quejumbrosa, sin capacidad de improvisación.

Llegó a mentir, negando que el mesías de Macuspana haya dicho que usaría el agua de Veracruz para atender la crisis de abasto en el norte del país. Los videos que siguieron al debate la estrellaron con la realidad.

La recaudadora del Supremo Peje quiso hablar de integridad. Cuestionó a Pepe Yunes, su fortuna, la empresa familiar, la fábrica de cal No dijo lo que todo Veracruz sabe. Esa riqueza es anterior a su llegada a la política.

El candidato del PRIANRD entró en la dinámica. Cuestionó a cuenta de qué Rocío Nahle paga 33 pesos por el consumo de un bimestre de energía eléctrica, cuando que el cobro mínimo es de 300 a 400 pesos. Deslizó la hipótesis del robo de luz.

Pepe Yunes no quiso ser más hiriente. Pudo serlo pero no quiso. Se detuvo. Se guardó la metralla fuerte para el debate número dos.

Pudo cuestionar por qué la mansión del fraccionamiento El Country, en Villahermosa, que no vale 2 millones de pesos sino 12, la adquirió dos meses después que asumió la Secretaría de Energía.

Pudo instarla a explicar por qué ocultó que su esposo, José Luis Peña, adquirió el departamento con valor de 28 millones de pesos, en San Pedro Garza, Nuevo León, a la esposa del empresario gasolinero, Rogelio Lemarroy González, ex alcalde de Coatzacoalcos.

Pepe Yunes quizá no lo sabe pero Rocío Nahle solía jactarse, cuando era perredista de a pie, de su amistad con los Lemarroy. Años después la relación se fortalecería. Y años después se conocería la compraventa del departamento. ¿Favor con favor se paga?

Pudo Pepe Yunes cuestionar cuál es la relación de Rocío Nahle con Leopoldo Melchi, el ex petrolero que preside la Comisión Reguladora de Energía, responsable de otorgar los permisos, o renovarlos, para la operación de gasolineras en el país. Esa relación con Melchi es de años y se dio en Coatzacoalcos. Y aunque no sea titular de Sener sigue mandando ahí.

Rocío Nahle fue al debate y salió trasquilada, humillada, hecha trizas, exhibida su corrupción, su ambición, su descaro, las tretas en Dos Bocas, la compra de mansiones, la impudicia plasmada en escrituras de propiedad, su nombre y el de Peña Peña en los registros, sin reparar en que para adquirir tantos bienes en menos de seis años, tendría que haber trabajado 50 años o más. Hoy enfrenta 37 denuncias penales por enriquecimiento.

Salió Rocío Nahle a pregonar que ganó el debate en que sabe que perdió. Los registros de Massive Caller y Electoralia la hunden. Los que la vieron patalear saben que Pepe Yunes la destrozó.

Barrida y trapeada, exhibida y denostada, entró al debate con ínfulas de marquesa y salió con una etiqueta: “la candidata de Zacatecas”.

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